Miguel conduce con una sola mano el coche de su padre que es largo y espabilado como él, la otra mano la lleva sobre la palanca de marchas y las va poniendo al son de la salsa:
"...quítate tú pa´ ponerme yo, quítate tú..."
"...quítate tú pa´ ponerme yo, quítate tú..."
Detrás en el coche los demás tatareamos la canción en bajito siguiendo su ritmo con la cabeza. No sé por qué me atrae es un hortera. Ahora su cuello se mueve como un telescopio y quiero tocarlo. Me mira por el rabillo del ojo ¡qué vértigo! La cinta del casette se acaba, le da la vuelta, y suena la canción de moda que nos hace poner a todos en alerta para seguirla:
" ...Pedro Navaja las manos siempre dentro el gabán, mira y sonríe y el diente de oro vuelve a brillar..."
" ...Pedro Navaja las manos siempre dentro el gabán, mira y sonríe y el diente de oro vuelve a brillar..."
Bajo el influjo de la marihuana miramos al pinar que está resplandeciente con su verde. Ya cantamos a toda voz y al unísono, y cuando pasamos muchas curvas y vueltas de casette, le pregunto:
- Oye Miguel, ¿sólo escuchas salsa?
- Sí, ¿por qué? - Me dice con una sonrisa blanca mientras me pica el ojo. Y yo... no lo puedo evitar.
Texto: Dácil Martín
A mi este Miguel no me inspira confianza. Buen texto.
ResponderEliminarAbrazos.
Qué bueno cuando miras a alguien y sientes que, de una forma u otra, por esto o por aquello, no lo puedes evitar...
ResponderEliminarQué bueno cuando miras a alguien y sientes que, de una forma u otra, por esto o por aquello, no lo puedes evitar...
ResponderEliminarMe has transpotado a tiempos y asientos que quedaron atrás.
ResponderEliminarSaludos,
Anabel, la Cuentista
Esas canciones y momentos solo pueden vivirse con un casette. No los imagino con un reproductor mp4 Hifi y un coche glamuroso.
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