14 octubre, 2009

La isla de otoño

Las piedras cayeron de mi bolsillo, la más grande, la moldeada por el mar se partió en trozos de afiladas aristas. Con ellas comencé a rallar líneas blancas en la roca negra, y apreté con fuerza haciendo un círculo inicial que luego me llevó a una espiral con un ojo en el centro que miraba al cielo. Levanté la vista, una bandada de gaviotas que daban sombra a las nubes chillaban con graznidos estridentes. Busqué un resquicio de azul, y repetí tres veces: ¡qué se vaya!¡qué se vaya!¡qué se vaya! Un rayo de luz enfocó en el mar gris a una isla púrpura. Lancé el resto de las piedras haciéndolas saltar por la superficie del agua... Las olas escupieron algas negras para prevenir mi zambullida, y quieta esperé en la orilla. La barrera del viento no se dejaba ver, había sucumbido al mar de nubes. Por lo que en el otoño gris las olas pequeñas chapotean imitando a los jureles.


Dácil Martín

6 comentarios:

  1. En ocasiones, ser lector resulta toda una aventura. Adentrándonos en textos como novatos y sin referencias. El autor no nos ha invitado y tampoco tenemos recomendaciones. Es el caso de este texto, donde te preguntas el porque de esas piedras en el bolsillo, ¿porque no se zambullía la portagonistas?. Entrar en la cabeza del autor resulta complicado. Por lo menos a mí en muchos casos.

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  2. Dácil Martín15/10/09, 8:31

    En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo:
    Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
    porque escondiste estas cosas de los sabios
    y de los entendidos, y las revelaste a los niños.
    Sí, Padre, porque así te agradó.’
    (Mateo 11:25-26)

    Creo ser agnóstica, sin embargo, esta cita me encanta pues ¿quiénes si no suelen cargar piedras en los bolsillos, y dejan vagar su mente dibujando líneas en la arena, o en las rocas? ¿Quiénes tienen ilusiones púrpura, miedo a lo oscuro, y son pacientes al coraje? Si te identificas, los entiendes.

    Gracias Francisco, un abrazo.

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  3. Es una sensación, como un hayku, un sentimiento que sucede acompañado por la naturaleza, el paisaje como personaje omnipresente... Todo eso, que no es poco.

    Y no hay nada que explicar, que cada uno lo interprete a su manera, si le es necesario.

    Saludos,

    Anabel, la Cuentista

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  4. hacerse mar y que las piedras no pesen

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  5. Sin entender, sin necesitarlo o, quizás, sin haber nada que entender, me quedo con ese paisaje onírico, quizás también pasado que guardamos como las piedras en el bolsillo.

    Abrazos

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