08 noviembre, 2009

Encuentros

El viento silbaba entre los árboles, se hacía oír desde la cabecera del barranco hasta llegar a nosotras y depositar las hojas secas que íbamos pisando durante el camino. Mientras ella no dejaba de hablar, de contar, y yo me preguntaba por qué las imágenes de sus historias se adelantaban a sus palabras, cuando eran pocos los minutos que habían pasado desde nuestro primer encuentro casual. Era una mujer desconocida para mi, habíamos coincidido a la vuelta de un paseo y, sin embargo, andábamos juntas sin noción del tiempo por aquel hermoso sendero al borde del cauce y que nos llevaba hasta el puente que unía la dos orillas. "Al querer controlarlo todo, me resultó difícil dejarme llevar", me decía. Hablaba gesticulando con sus manos como dos abanicos, a la par lucían también sus pendientes largos de gitana, y nos echábamos a reír. Unos eucaliptos enormes aferrados en la ribera húmeda batían sus ramas como sonajeros. "Lo que te pasa es un indicio, hazlo fluir y verás con otros ojos...", continuaba diciéndome. Luego nos despedimos. Yo crucé el puente y me volví para verla pero había desaparecido tras la curva del camino, y me asusté por seguir entendiéndome con ella sin la necesidad de más palabras.

Texto: Dácil Martín

3 comentarios:

  1. ¿Un encuentro sobrenatural?
    ¿Telepatía?
    Me inclino por lo primero.
    Hermoso texto. Te hace soñar

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  2. Me encanta los textos como éste que te hacen pensar, reflexionar, buscar mil respuestas a tantas preguntas que nos hacemos para encontrarnos a nosostros mismos.

    Abrazos

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  3. ¿Ella misma?

    A veces hablar con nosotros mismos es muy importante.

    En todo caso, ¿qué más da de quién se trate?

    Saludos,

    Anabel, la Cuentista

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