Cuando nació, tras la nalgada, lloró como todos,
Y los presentes rieron de felicidad.
Lloró porque sabía lo que le esperaba,
los presentes rieron por cuestión de protocolo.
Mientras vivió rió y rieron con él.
También lloró, pero nadie lloró con él.
Cuando murió se marchó solo (igual que nació) y rió,
Los que quedaron lloraron por cuestión de protocolo.
Texto: Francisco Concepción
Es triste, muy triste y muy real.
ResponderEliminarSoledad, soledad hasta el final.
Saludos,
Anabel, la Cuentista
Nacer solos..., morir solos... Un texto duro, y dice mucho.
ResponderEliminarla risa es peligroa si no es sincera..
ResponderEliminarNacemos y morimos solos. Nadie vino con nosotros, ni se irá junto a nosotros.
ResponderEliminarGracias por los Comentarios. Escribir y toparse con un lector, te lleva al orgasmo.
Ay, ese protocolo, que te impulsa incluso escribir en forma poética!
ResponderEliminarQué buenísima reflexión!
Es justo, preciso, y la triste realidad, aunque por suerte en la vida real hay cosas buenas también.
ResponderEliminarrober
Buen texto rozando lo poético (FranCo, sorprendes con ese nuevo formato). Reflexión existencial que marca la ruta al solitario caminante, rodeado de ese populacho acostumbrado a "pan y circo".
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