21 febrero, 2010

El colgante

Iba a ser una noche especial, primero hubo una cena a la que asististimos todos, y a continuación, un baile en el salón de parquet donde, encima de una tarima, la orquesta amenizaba a un ritmo burlón las canciones de antaño.
Miré al espejo y la cadena colgaba sosa en mi cuello, imité una futura sonrisa, pero aún así no lograba animar el resultado de mi vestimenta pasada de moda. Me calcé las sandalias blancas y recorrí el pasillo hasta llegar a la cocina donde me esperaraban mis padres. Tuve que mostrarme girando, y por fin, después de repetitivas e inútiles advertencias pude despedirme y salir hacia la puerta de mi casa, que daba al ascensor del edificio, y en cuyo portal me esperaba mi novio.
Tras un tímido beso subimos al coche de su padre, y fué allí en el coche, donde se decidió a sacar una cajita de nácar que puso en mis manos. Yo sin ganas, o con miedo, la abrí y descubrí el colgante labrado en forma de corazón, -lindísimo-. Todo lo maravilloso que pudiera exprimir de su persona estaba allí,
representado en aquel colgante.
Estuvimos bailando toda la noche. Bueno, toda la noche no, hubo un instante que duró lo que duró el bailé con el chico de la nuez y ojos de espía, y que alteraba tanto mi respiración. Me dijo: -Niña, déjate llevar en esta barca cuyos remos son mis manos. - Cuando acabó la canción me solté rápido, me fuí sin mirar, y directamente a sentarme al lado de mi novio tan serio él, e intuyendo yo, lo que me esperaba antes de volver a mi casa...
Han pasado años de aquella noche, incluso puedo acariciar el colgante y ponérmelo sin que sienta reproches,--me quiso tanto--. Está claro que un amor se olvida con otro, y que un dolor se apaga con otro mayor.
Texto: Dácil Martín

6 comentarios:

  1. Me da pena el chico del colgante, tan serio y tan fuera de combate... cosas del amor y el deseo.
    Cuántos sentimientos caben en un colgante!
    Estupendo.

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  2. Si mi teoría es la cierta: a las mujeres siempre le pueden los golfos.

    La cabeza con los serios y el espíritu y el deso con los golfos.

    Es solo una teoría por confirmar y sin tesis, tranquilas... no me muerdan.

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  3. Estupendo texto, sencillo y profundo. ¿A quién no le ha pasado algo así? Es la magia de tu relato: la identificación que cualquiera puede sentir.

    No seré yo quien tire por tierra tus hipótesis, FranCo, ni tampoco seré quien te muerda.

    Saludos,

    Anabel, la Cuentista

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  4. Dácil Martín22/2/10, 22:10

    Tengo que aclarar, pues no conseguí expresarlo, que el chico que tanta pena le ha dado a Ana es el malo, y el golfo para Francisco no lo fue tanto. Que se va hacer... no es oro todo lo que reluce. El colgante quedó para que valiera la pena recordar.

    Besos

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  5. A veces el amor está en las manos y no en el oro.

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  6. A veces los colgantes se vueleven cadenas y sus propietarios quedan reducidos a soñadores, como en este texto que nos hace soñar.

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