27 febrero, 2010

El perdón


Mientras contemplaba las últimas caricias del sol sobre el reseco horizonte, olvidó que aquel día no había sido el mejor de su vida.
El amanecer y sus intenciones quedaban lejos, tan lejos como pasajeros de un tren extraviado.
Aquella luz, que caía como si fuera lluvia tibia y limpiadora, aquella luz que iluminaba el oscuro túnel de su mirada, consiguió que relegara del recuerdo todo lo que le había sucedido, lo que había provocado sin querer (unos cuantos malos entendidos, algunas palabras soeces, algunas mentiras piadosas...) y lo que había provocado a conciencia: lágrimas y sonrisas, enfados y reflexiones, rupturas y reconciliaciones.
Durante unos minutos, mientras el ocaso se hacía brisa cálida, olvidó quién era, por qué era de ese modo, y hasta sonrió mientras sentía la mano de ella sobre la suya. Durante esos minutos eternos de primavera se meció en el horizonte. Durante unos minutos sólo quiso ser posiblidad de un sueño...
Durante unos minutos se olvidó del miedo y volvió a creer que una lágrima bastaría para el perdón

18 comentarios:

  1. ¿Cómo se perdona? ¿Con el olvido?
    ... ¿Cómo se engaña a la memoria? ¿Cómo se la manipula?... ¿Cómo NOS perdonamos?

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  2. Hermoso texto y hermosa música.

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  3. Magnifico relato tan bien narrado que tranfiere sentimiento a cada letra.

    Con cariño, esencia.

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  4. EL JUGADOR
    No sé cómo se perdona. Sé cómo perdono. Quizá tenga que ver (es sólo algo subjetivo) con mirar a otros ojos e intentar ver desde su punto vista.
    A lo mejor el perdón no existe.
    Sí, lo más difícil es perdonarnos.

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  5. Ana J:
    Muchas gracias. Esta melodía es una de tantas que me dan paz. Esta, en concreto siempre me habla de futuro

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  6. Esencia:
    Con el mismo cariño, recibe mi agradecimiento por tus palabras.
    Un beso.

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  7. Maravilloso texto, vuelves a la elegancia que te caracteriza, gracias por convertir un momento de lectura en algo tan dulce y con tanto sentimiento.
    Un saludo

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  8. Dácil Martín27/2/10, 18:37

    La capacidad del perdón. Una imagen bella de ese momento.

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  9. Perdonar a los demás y a uno mismo, no sé qué es más difícil.

    Melodía maravillosa, Bach, no podría ser otro.

    Saludos,

    Anabel, la Cuentista

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  10. El perdón siempre cura. El alma descansa al alcanzar la paz. La sonrisa se dibuja, liberadora.
    Precioso texto.

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  11. Inma Vinuesa:
    Gracias por estos elogios que, de nuevo, me abruman.

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  12. Dácil Martín:
    Es verdad que en los tiempos que corren el perdón es una cualidad que se devalúa por momentos. Cotiza a la baja entre los sentimientos humanos, y, me parece, es uno de las virtudes más propias de la especie, por cuanto es una de las que necesita sobreponerse a los propios instintos.
    Nos seguimos leyendo.

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  13. Anabel:
    Perdonar no es fácil, nunca. Supongo que dependerá de lo que se tenga que perdonar y del grado de exigencia que se tenga tanto con los demás como con uno mismo.
    Bach es mi preferido. No el único, claro, pero sí mi preferido.

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  14. Isabel Martínez:
    Esa es la otra parte del asunto. Veníamos hablando de la dificultad del perdón, y aportas una visión enriquecedora. Una vez que se ha perdonado quien se enriquece de verdad es quien perdona. No se puede decir mejor que con tus palabras que suscribo: "El alma descansa al alcanzar la paz. La sonrisa se dibuja, liberadora."

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  15. ¿El perdón? ¿Perdonarnos por ser como somos? ¿Quién nos puede otorgar ese perdón? Nuestro carácter en algunos provoca risa, en otros enfado y ¿a cual le debemos pedir perdón? Somos diferentes y en ello está la riqueza de los caracteres.

    Debemos ser consecuentes de como somos y es que muchas veces nos debemos pedir perdón a nosotros mismos, pues existen días que no nos soportamos ni a nosotros mismos. Tras recibirlo, descansaremos y podremos estar a nuestro lado.

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  16. FranCo:
    Nunca me lo he planteado en esos términos. Quizá el texto dé pie a ello. No lo sé. Nunca pediría perdón por ser como soy, si es que en mi esencia no va incorporada la maldad (suponiendo que se pueda determinar la maldad más allá de cuatro o cinco comportamientos claramente definibles, y aún en esos casos quizá tampoco quepa semejante calificativo, pues en muchos de ellos la voluntad está fuera de juego). Por la misma regla de tres, tampoco necesito que nadie me pida perdón por ser como es. A las personas se les acepta o no tal y como son, el pack completo, por así decir. Si hay defectos y estos se pueden corregir, mejor...
    Es precisamente en este aspecto en el que entiendo lo de perdonarse o no a uno mismo.
    Hubo una época en la que parecía imposible que me aceptase (que es casi igual que no persdonarse por ser de tal o cual manera)... Sólo cuando comencé a aceptarme como soy, fue posible intentar mejorar aquella parte de mí que era manifiestamente mejorable. Aunque el resultado, la verdad, tampoco es que haya sido espectacular que digamos.

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  17. El auto-perdón no sería por ser como uno es -si, como dice Amando, no existe malicia-, sino por no haber actuado de determinada manera, o haber dejado pasar algo, o qué sé yo. Comeduras de tarro que el ser humano es capaz de hacer de maravilla. Creo que puede resultar más fácil perdonar a los demás, que perdonarse a uno mismo (claro, todo depende de lo que haya que perdonar).

    Pues aceptarse a uno mismo es el comienzo de todo, Amando, al menos bajo mi punto de vista. Y estoy segura que la transformación ha sido espectacular, probablemente no haya sido física, pero sí psicológica. Y eso es todo un triunfo.

    Ya ves para todo lo que da tu texto.


    Saludos,

    Anabel, la Cuentista

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  18. Anabel:
    Muchas gracias por tus palabras tan elogiosas...
    En el fondo estamos hablando de algo tan antiguo como el propio ser humano, o por ser un poco más precisos, de los primeros filósofos, cuando se instituyó como regla de oro el famoso "Conócete a ti mismo".
    Ese es el camino más sencillo para llegar a aceptarse: conocer para aceptar, aceptar para entender, entender para amar. (Esta última frase tampoco es mía, sólo faltaba, creo que es de Pablo VI, pero quizá se la tomó prestada a alguien).

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