A veces hablo.
Otras veces sólo balbuceo.
Lo mejor fue cuando, la primera noche, bailé.
Al despertarme me dijo:
no he dormido en toda la noche
mirándote
bailar.
Yo bailo por las noches, a veces.
Levanto un brazo como si fuera a coger
una fruta madura de un árbol,
pero no cojo nada
porque no hay nada.
Y después estiro el cuerpo
como un gato que duerme en la calle
en el único trozo de sol
que queda por la tarde.
A veces, con un poco de suerte,
hasta abro los ojos.
Otras veces sólo balbuceo.
Lo mejor fue cuando, la primera noche, bailé.
Al despertarme me dijo:
no he dormido en toda la noche
mirándote
bailar.
Yo bailo por las noches, a veces.
Levanto un brazo como si fuera a coger
una fruta madura de un árbol,
pero no cojo nada
porque no hay nada.
Y después estiro el cuerpo
como un gato que duerme en la calle
en el único trozo de sol
que queda por la tarde.
A veces, con un poco de suerte,
hasta abro los ojos.
Ilustación: El gato dormido, Odilon Redon
Bailar mientras sueñas tiene que ser hermoso, porque habrá una melodía que recorre tu madrugada.
ResponderEliminarEstimada Fusa, me gusta esa actividad onírica y más aún que nos la cuentes en este hermoso poema.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muy sugerente. Me encanta la imagen del gato.
ResponderEliminarBailar. Bailar y bailar... se corteja bailando, se celebra bailando, se entra en trance bailando y se muere bailando a la vida... y que bien sienta un poco de sol en una espalda reumática.
ResponderEliminarFelicidades Fusa.