01 marzo, 2010

Exquisito suicidio

Agotado de buscar la perfección en el relato, de buscar la perfección en los espacios en blanco que se aparecían tras las comas, tras los puntos, tras el enigma del sinónimo... decidió suicidarse. Lejos de programarlo fue la simple inercia quien lo guió. Tenía un bisturí y tenía unas venas en la muñeca bien marcadas, colapsadas de sangre. Pero antes, decidió sentir algo de placer. Se preparó una pequeña taza de nueces y pasas que regó lentamente con un viscoso chorro de miel dorada. Para introducir las nueces ya peladas en la taza, sin la coraza que las protegía como si fuera el cráneo de un cerebro, partía éstas a la mitad, y lentamente, dejaba caer las partes del fruto seco en el recipiente, con parsimonia. Se le parecían las nueces a pequeños cerebros humanos, salvando su color y su complejidad. Era música para sus oídos aquel sonido de la nuez mascada por sus muelas. Era sexo para su paladar aquel exquisito sabor, ésa mezcla dulce de las pasas y la miel con lo amargo y áspero del fruto del nogal. Después de esto, la incisión en sus muñecas fue muy llevadera y él se dejó arrastrar hacia otro lugar, siguiendo los ríos de sangre que se creaban por la habitación, mientras con su lengua, limpiaba sus dientes de los restos de nueces y pasas para así poder tragarlos también.
Texto: El Jugador

9 comentarios:

  1. Eso sí que es una muerte dulce!

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  2. Yo no podría suicidarme después de esa comida. Hay que ser muy valiente: abandonar semejante placer para siempre... No, no merece la pena.

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  3. Sugerente texto que se recrea en ese disfrutar mientras se muere, como si la muerte fuese algo secundario.

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  4. Tu "merienda" me recuerda a las últimas comidas que se les da a los condenados a muerte en las que ellos eligen qué quieren comer por última vez.

    Tú has elegido bien, pero me temo que un suicida con vocación no se permite esos placeres antes de la muerte: puede ser que decida no abandonarlos.

    Este texto me ha recordado a uno mío, muy similar en el contenido, pero no tan dulce. Es curiosa la coincidencia.

    Saludos,

    Anabel, la Cuentista

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  5. ¿Puede suicidarse uno por l ambición desmedida de más y más placer?

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  6. Anónimo2/3/10, 0:05

    Marcos, para mí la muerte es algo secundario, incluso terciario. Arriesgaría a decir que es algo sin ninguna prioridad, orden o importancia. Es el último paso, y punto... bajo mi punto de vista.

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  7. Anónimo2/3/10, 0:06

    Anabel, estaría bien leer ése texto.

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  8. Anónimo2/3/10, 0:07

    Amando,creo que lo que hay que ser es un cobarde. Los valientes son los que vive, aún más sin esos placeres.

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  9. Anónimo2/3/10, 0:08

    Gracias Ana, puestos a elegir...

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