Que no me baste que estés en la tierra. Que sea siempre insuficiente. Todo, insuficiente. Que no tengas, que no huelas, que no seas. Y que no me baste, amor, este duelo infinito que parece que no acaba de sanar. Que no se cure mi dolor porque es ahí donde naces, que no deje de morirme cuando apareces y me abrazas y despierto sin saber. Todo eso que tú eres ahora, niño infinito, que no se acabe nunca. Ni golpeando, ni huyendo. Que se cierren solos los ojos y estés tú bajo esa caída de párpado, que te escondas en todas las ventanas que se abren, que se agoten las posibilidades de tu existencia y encuentres otra, siempre otra más. Pero que no te mueras otra vez, no desde la misma muerte.
Me parece maravilloso este texto.
ResponderEliminarUna expresión preciosa del verdadero amor.
Así se escribe del amor.
ResponderEliminarEnséñame¡¡¡
Un texto que supera los sentimientos. Gracias por compartirlo.
ResponderEliminarLo siento como el canto a un amor que ha muerto, pero que ha muerto de forma física, una pérdida insuperable.
ResponderEliminar¿Quién dijo que de amor ya no se muere?
Somos unos románticos sin solución.
Saludos,
Anabel, la Cuentista
Te toca muy dentro. Mucho.
ResponderEliminar