Un juego de artificios es mi vida
la que transcurre entre intentos de
engañar el hambre y mentiras piadosas.
Un circo de tres pistas es
donde distraigo los recuerdos
entre aros de fuego y bufones,
donde esquivo la verdad y
despisto el sonido de tu voz
escondiéndome tras espejos
de ilusiones vanas que engordan
y achican lágrimas disfrazadas
de verde, verde camaleón.
La malgasto en maquillajes,
novelas y cirios rosas,
pero la realidad es incorruptible:
huir de ti
ni es posible ni sirve de nada.
Tus deseos son órdenes, Marcos.
ResponderEliminarMira que hubiera jurado que lo había subido... Qué cabeza, Dios mío.
Saludos,
Anabel, la Cuentista
Gracias Anabel por hacerme el capricho. Realmente me encantó la primera vez que lo leí, no sé si es por el ritmo y la estructura, las imagenes que se suceden o que me siento identificado, posiblemente por todo ello.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hacer que alguien se sienta identificado con lo que escribo significa haber alcanzado mi máximo objetivo una vez expuesto el texto.
ResponderEliminarPorque mientras escribo, lo hago por y para mí, pero en cuanto muestro lo escrito pasa a ser de quien lo lee, y si el lector lo hace suyo es una sensació maravillosa que no siempre se logra.
Es esa conexión invisible que une mucho más que el tacto de dos pieles.
Gracias a ti, Marcos.
Saludos,
Anabel, la Cuentista
Sé de que hablas, Anabel, y como los hijos dejan de ser de nuestra propiedad cuando le damos la vida y ven la luz, desde entonces los vemos corriendo sobre la hierba ajenos a nuestra voluntad.
ResponderEliminarEsos padres¡¡¡¡
ResponderEliminar¡Que bonito, que bonito!
ResponderEliminarPoner una definición a esta poesía es quedarse corto, porque se define por ella misma.
Es preciosa.
No entiendo los comentarios que hacéis, Marcos y Franco, acerca de los hijos y los padres. Yo no veo ninguno tras este fantástico trampantojo.
ResponderEliminarSea como fuere, me hace creer que es posible que la poesía y yo lleguemos alguna vez a ser amigas.
Me ha gustado, me ha emocionado y no me ha resultado cursi ni artificiosa.
Y me encantan esas lágrimas verde camaleón.
Gracias Inma y Ana.
ResponderEliminarNo sé si sois conscientes de que de esta manera me animáis a que siga inmiscuyéndome en la senda de la poesía.
Un beso para cada una,
Anabel, la Cuentista
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho. Tiene ritmo y música de triste arlequín rosa. Eso es lo que tiene la poesía,que vale todo y lo dice todo. Felicidades
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