-¡Hijo de la gran puuuta! ¿Qué has hecho!¡Me has dejado tirada como a un perro!¡Qué vergüenza cuando se enteren en el pueblo! –Dijo sollozando entre gritos.
-¡Dile al capitán que regrese, por favor!¡Qué será de mí! –Gritaba y lloraba la desafortunada mujer.
A Juan se le hizo un nudo en la garganta sin saber qué hacer ni qué decir. Sabía que ya no habría solución posible. Sintió una gran pena por aquella mujer, a la que no recordaba haberla visto nunca suplicar ni estar tan apenada, desesperada y desamparada.
-No te preocupes mi amor, aún puedes coger un avión hasta Roma o Florencia –Le dijo Juan, a sabiendas que todo aquello resultaba muy complicado.
-Eso va a ser muy difícil, además no llevo la tarjeta de crédito encima –Le recordó sin dejar de llorar.
-Vete a la casa de Cristina y pídele que te deje dinero, ya arreglaremos después con ella –Le aconsejó Juan.
-¡De eso nada!¡Nadie debe saber lo que me ha pasado, ni Cristina ni Juani! –Gritaba desesperadamente.
-¡Prométemelo Juan! Tienes que ingeniártelas para hacer ver a todo el mundo que estoy en el barco –Le dijo Victoria Eugenia a su marido.
-No te preocupes por eso, me las arreglaré para que nadie se de cuenta de lo sucedido –Prometió Juan. Él sabía lo que supondría para ella que Juani o Cristina descubrieran lo que había pasado. La noticia correría como la pólvora por toda la provincia de Ávila. La orgullosa Victoria Eugenia sería el hazmerreír del pueblo, y su historia pasaría de generación en generación manchando el buen nombre de la familia.
-¿Pero que vas a hacer sola todo este tiempo? –Preguntó preocupado Juan, sabiendo que no tendría suficiente dinero para esperarle en Barcelona.
-Ya me las ingeniaré. Lo importante es que me tengas informada para poder contar a nuestra familia y amigos lo mismo.
El barco se iba alejando de la ciudad, pronto se perdería la cobertura. Juan sintió una enorme pena y preocupación por su fría mujer a la que no solía expresar sus sentimientos.
-Victoria Eugenia, te quiero –Dijo inesperadamente Juan, tratando de darles fuerzas a su mujer.
-Sí, mi amor
-¡Vete a la mierda! –Le dijo a su marido de forma concluyente, al que siempre culpaba de todo, antes de colgar.
Desde la popa del barco, donde se encontraba Juan, la ciudad, aún, era visible, desvaneciéndose poco a poco en el horizonte. Una extraña sensación inundaba a Juan, era como si enviudara de repente, al hundirse su mujer, también, con la ciudad. Sin querer reconocerlo su preocupación se mezclaba con una cierta liberación. Aún no recordaba cuándo fue la última vez que se había separado de su mujer. Esa mujer que no le permitía ser él mismo.
El barco cortaba el tranquilo mar, abriendo una gran herida en forma de espuma. La música sonaba a ritmo de salsa y todos gritaban que querían ser toreros. Todos tenían algo que celebrar y brindaban por una despedida que prometía convertirse en un encuentro. Ir Capítulo siguiente
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Joder... Pensé que aún estaba a tiempo de tomar el barco..., pero lo que le queda es el Barco de...Ávila...
ResponderEliminarMuy bueno, sí señor, muy bueno...
Me encanta el final: El barco cortaba el tranquilo mar, abriendo una gran herida en forma de espuma
Pues parece que nuestra Victoria Eugenia y sus aires aristocrático se van a quedar en tierra. Ahora le esperará toda una aventura, no exactamente un viaje de placer, en la jungla urbana, sin dinero y escondida para que no la reconozcan, será todo un reto y una forma de conocerse a sí misma y a los demás. Juan tampoco lo tendrá fácil, burlando a sus nuevos amigos para que no se den cuenta de la ausencia de Victoria.
ResponderEliminarEsto, pues, se presenta como un relato con varios escenarios, no sólo el barco...
ResponderEliminarBien, bien...
No me gusta, no me gusta nada esa Victoria Eugenia. No solo es una déspota sino que es una cateta. No la trago, no, señor.
ResponderEliminarYo que Juan, la mandaba a freír espárragos sin más contemplaciones.
Por otra parte, el doble juego de mantener la ilusión de que está donde no está es muy interesante. Me han venido a la cabeza las intrigas de Tom Ripley en A pleno sol, uno de mis personajes favoritos.
Voy a tener que soportar las andanzas en la ciudad de Victoria Eugenia, pero me van a compensar con creces. Seguro.
Ana, pues no sé que hacer con la "pobre" Victoria Eugenia; no obstante, intentaré "compensarte" un poco, a ver si así te compadeces de ella, que también tiene sus sentimientos, aunque éstos sean muy primarios.
ResponderEliminarNo sé, soy muy visceral con los personajes y a este le he declarado la guerra. Lo que no es óbice para que esté deseando saber qué le pasa y cómo va a lograr salir del apuro.
ResponderEliminarBueno, intentaré ser más empática con ella, aunque si todos los personajes te gustan, entonces es que algo falla en el relato. Creo.
Bajo mi punto de vista, que será erróneo, una cosa es que te gusten para ir con ellos a tomarte unas copas, por ejemplo, y otra muy distinta es que te atraigan como parte de la novela. Los malos (no creo que sea el caso de Victoria Eugenia) suelen acabar emanando cierto magnetismo, pero yo no me iría a pasear con la mayoría.
ResponderEliminarCuando un relato está bien escrito (y éste lo está) todos los personajes atraen al lector, aunque alguno le acabes odiando.
Espero haberme explicado...
Vaya noche llevamos, Ana.
Pues, eso, Amando. Justo eso quería decir, aunque me haya explicado de pena, que un relato sin personajes a los que termines odiando/despreciando/sintiendo lástima por él/teniendo ganas de estrangularlo... es que, casi con toda probabilidad es un relato flojo o un cuento para niños... y ni eso. ¿Qué sería entonces de ogros, brujas de verruga en la punta de la nariz o trolls de los cuentos?
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con ustedes, en realidad me reía un poco de Victoria Eugenia, es cierto que es déspota, pero a mi me llama más la atención por su cursilería, no lo puedo evitar me gusta el toque comico que tiene. Lo cómico y humorístico es un valor poco reconocido en la Literatura y hay que reivindicarlo, creo que lo dijo Fernado Iwasaki y estoy de acuerdo con él.
ResponderEliminarPero el malo tiene un papel insustituible en el cine y en la Literatura. Recuerdo el debate sobre los malos en la Literatura que ustedes (creo que estaba Dácil, FranCo, Ana,Ivan..)hicieron en La Esfera Cultural radio que resultó muy clarificador.
En "Tras la sonrisa", también, hay previsto un malo, de esos que no lo parecen, de los que dice la gente: "pero que educado y elegante". Desde luego sin malos el cine ni la Literatura sería lo mismo. A ver cómo haríamos un cuento de Caperucita Roja sin lobo malo, no funcionaría, no nos sirven los lobos de Rodríguez de la Fuente.
Para mí, si tengo que buscar un malo lo tendría claro: Falconetti, mira que era malo, ruín como él solo.
joo, pues si que me he liado.
Sí, hay mucho de humor en Tras la sonrisa. Y es importante. A mi me encantaría poder manejarla con fluidez, escribir relatos más alegres y con su punto de humor. Y Victoria Eugenia tiene ese histrionismo que la hace más bufón (aunque este no es el calificativo exacto) que villano.
ResponderEliminar¿Sabes que nunca vi Hombre rico, hombre pobre? Me perdí a Falconetti!!!
Enfin, que ya está tardando mucho la siguiente entrega...
Perdona Ana, no vi tu comentario. ¿Qué no conoces a Falconetti? Eso es lo malo de ser tan joven. Uff lo mismo el domingo es la última entrega de mometo hasta dentro de un par de semanas, es que estoy con los exámenes hasta el cuello, digo con el agua, a demás lo de 7 plumas me tiene un poc nervioso. Por cierto estoy detrás de tí si no me equivoco. Espero que me lo pongas facilito.
ResponderEliminarEso es lo que pasa por ser tan estudiosa y formalita...
ResponderEliminarPero después de los exámenes vuelves con Tras la sonrisa, ¿verdad?
Es que aún tenemos mucho por descubrir. No creas que me olvido de Gonzalo y la dulce Yenny y los polizones, que aún siguen escondidos y bien escondidos...
Por cierto, vi tu saludo en el chat de gmail cuando ya habías desconectado (o bien estaba conectada pero en otro lado, cosa frecuente, o bien estaba concentrada escribiendo/contestando algo, que es también muy posible).
Lo cierto es que me dio mucha rabia no poder aprovechar el momento para poder charlar on line.
Otra vez será, espero
Me olvidaba: sí que vas detrás de mi.
ResponderEliminarY no creas que no me preocupa pensar en qué escribir que no desentone y que de posibilidad a quien/quienes sigan puedan hacerlo sin grandes problemas.
No creo, en realidad, que vaya a haberlos, porque sé que tenemos cintura, pero a veces temo ser un poco outsider.
En otro lugar (ya me he perdido del todo) Amando dice que no se muerde las uñas, a pesar de que ya tiene escrito el texto y está deseando colgarlo. Pues yo me las muerdo hasta la raíz y ya casi no las encuentro, y eso que aún me faltan dos turnos para llegar...
Es curioso como los prejuicios, el que dirán, haga ciegas a las personas ante las oportunidades que le da la vida. Bien para el final.
ResponderEliminarAna, no te preocupes ya se que poner cuando sea mi turno, creo que voy aponer una página dedicada a la publicidad, ¿eso vale, no?
ResponderEliminarAsí es, Dácil, cierto perfiles psicológicos atienden más a lo que los demás piensen de uno mismo que a como se sienta uno realmente.
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