Se adensa la noche en vapores inasibles. He despertado cubierto por un sudor pegajoso. Me gustaría saber qué me ha despertado exactamente. A mi lado, junto a mi brazo izquierdo su respiración tibia me acaricia. El aroma de su aliento sigue siendo el aroma de la luna.
No sé si ha sido un grito dentro de la pesadilla el que me ha despertado, o ha sido un grito de fuera el que se ha colado en mi sueño de terror y me ha sobresaltado más aún.
Ella no ha sido, salvo que su grito hubiera sido emitido por culpa de otro sueño y no se hubiera enterado. Pero su relajado semblante de nácar, casi sonriente, y lo tenue de su respirar, no permiten adivinar o intuir algo así.
Me levanto. El silencio se agita, casi vibra, como si la densidad del calor de la madrugada fuera a romperlo. Sólo pretendo beber un trago de agua, para borrar de mi recuerdo su sabor podre todavía pegado al sueño.
No sé si ha sido un grito dentro de la pesadilla el que me ha despertado, o ha sido un grito de fuera el que se ha colado en mi sueño de terror y me ha sobresaltado más aún.
Ella no ha sido, salvo que su grito hubiera sido emitido por culpa de otro sueño y no se hubiera enterado. Pero su relajado semblante de nácar, casi sonriente, y lo tenue de su respirar, no permiten adivinar o intuir algo así.
Me levanto. El silencio se agita, casi vibra, como si la densidad del calor de la madrugada fuera a romperlo. Sólo pretendo beber un trago de agua, para borrar de mi recuerdo su sabor podre todavía pegado al sueño.
Creo que el grito procedía de mi propio subconsciente que hoy, por razones que no me explico, está más agitado que de costumbre.
Doy una vuelta por el piso. A pesar de que las ventanas están abiertas, no se nota ningún frescor. El pasillo y las otras habitaciones vacías están dormidos. Antes de volverme a acostar, me enciendo un cigarrillo que me fumo en el alféizar de la ventana del salón. Pretendo contemplar las estrellas, sin embargo la luz de la farola me lo impide.
Doy una vuelta por el piso. A pesar de que las ventanas están abiertas, no se nota ningún frescor. El pasillo y las otras habitaciones vacías están dormidos. Antes de volverme a acostar, me enciendo un cigarrillo que me fumo en el alféizar de la ventana del salón. Pretendo contemplar las estrellas, sin embargo la luz de la farola me lo impide.
Culebreo con mis ojos legañosos calle abajo y la primera vez no reparo en ella.
Cuando hago el mismo recorrido a la inversa, su presencia golpea mis retinas como si el campeón mundial de los pesados hubiera estrellado sus puños de piedra sobre mis párpados. Es un cuerpo de mujer, tendido inerte en mitad de la calzada. Podría haber sido la emisora del grito que ha acuchillado el silencio de la madrugada.
El cigarrillo se ha quedado a mitad del trayecto que le conducía a mis labios. Pero esa figura de mujer yerta sobre el asfalto ha revelado los fotogramas dispersos de la pesadilla.
Es su misma silueta.
El cigarrillo se ha quedado a mitad del trayecto que le conducía a mis labios. Pero esa figura de mujer yerta sobre el asfalto ha revelado los fotogramas dispersos de la pesadilla.
Es su misma silueta.
En mi sueño yo estba abajo, contemplando lo mismo que ahora veo, pero sin poder intervenir en el devenir de los acontecimientos, se trata de una película en tres dimensiones. Si todo ha sucedido como en mi pesadilla, un hombre la ha apuñalado por la espalda, justo, en ese momento ha gritado y su chillido me ha despertado.
Deduzco que su grito real,en medio de la noche, ha coincidido con el alarido de la pesadilla.
No sé si llamar a la policía o esperar. Me detiene una pregunta, ¿soy testigo del crimen o soy sólo un ciudadano que ha descubierto un cuerpo tendido en mitad de la calzada? (Sé que ella está muerta).
Pasan los minutos, he acabado mi cigarrillo. He decidido alertar a la policía, porque, al fin y al cabo, concluyo, he sido testigo de un crimen y reconocería al culpable en cualquier parte. Su mirada de odio algo enajenada no se podría confundir entre un millón.
No sé si llamar a la policía o esperar. Me detiene una pregunta, ¿soy testigo del crimen o soy sólo un ciudadano que ha descubierto un cuerpo tendido en mitad de la calzada? (Sé que ella está muerta).
Pasan los minutos, he acabado mi cigarrillo. He decidido alertar a la policía, porque, al fin y al cabo, concluyo, he sido testigo de un crimen y reconocería al culpable en cualquier parte. Su mirada de odio algo enajenada no se podría confundir entre un millón.
Al parecer, también sufres alteraciones en el sueño...
ResponderEliminarhttp://hosmanamin.blogspot.com/2010/04/la-sombra.html
Buen texto, Amando, que me recuerda cierto tono borgiano en esa coinciden del sueño con la realidad, en la que el soñador se vuelve testigo en forma de visionario.
ResponderEliminar"Para borrar de mi recuerdo su sabor podre..."que fuerte.
ResponderEliminarCuando lo leí esta mañana no me dí cuenta de lo que querías decir con esta frase, piensas encada uno de los detalles cuando escribes.
Puedo preguntarte algo personal: ¿cuantas veces lees el texto antes de publicarlo?
Creo que me ha gustado más aún (con acento, que esta vez no me he equivocado) esta segunda lectura.
Felicidades.
¿En ese millón se incluye el creador? Dicen que todos llevamos un asesino dentro; aquí parece haber surgido uno.
ResponderEliminarFuerte tu cuento, bien escrito, un gusto leerte.
ResponderEliminarrober
Muy buena la definición de una pesadilla,
ResponderEliminarmuy visual y hasta casi-real...
Saludos.
Muchas gracias, Marcos... Cierto tono borgiano... Uf... Se están diciendo demasiadas cosas de estas líneas entre ayer y hoy.
ResponderEliminarPero la verdad, prefiero que se digan éstas que no otras.
Así que nuevamente gracias.
La verdad, Inma, que releo bastante. Alguien dijo que escribir era tachar y corregir. Es cansadísimo, pero creo que es cierto. Y si tuviera que publicarlo otra vez, lo volvería a corregir, casi seguro.
ResponderEliminarSegún mi experiencia, es sólo la mía, quiero decir que no tiene por qué ser aplicable a otras, lo ideal o lo que mejor funciona con los textos tiene que ver con los guisos. Una vez escritos hay que dejarlos enfriar y reposar y luego, cuando van a ser servidos, se vuelven a calentar. Otra cosa son los fritos o los asados.
Ver los propios errores es una de las grandes virtudes de un escritor. Y para eso aún estoy muy lejos. Pero con ayudas como las vuestras todo llegará... Espero.
Me parece muy acertado lo que dices y como lo expresas. Se nota la voz de la experiencia, y no te estoy llamando viejo, no me interesa que lo seas porque tenemos la misma edad, jajajaj; pero sé que llevas muchos años en el oficio y eso es un grado. Yo, que soy novato en esto, me precipito con frecuencia, cada vez menos, incluso al principio sin hacer las revisiones necesarias; con el tiempo descubres que pulir el texto es una parte tan importante como la inicial más creativa. Poco a poco te haces acompañar de un buen diccionario, en la red también lo puedes encontrar; interesarte por mejorar el vocabulario, es importante para ello leer y "robar" palabras a los demás, como aquella palabra de Ana J que nos encantó a todos: anardear; me resulta muy útil los consejos de los que leen mis textos o fijarte en como escriben los demás. Todo eso te va dando, al menos a mí, la posibilidad de madurar y definir un estilo propio.
ResponderEliminarPero si soy un impaciente de tomo y lomo. Eso es lo que me mata.
ResponderEliminarOjalá que fuera capaz de ser siempre consecuente con mis teorías. JAJA...
Si llevo tiempo, incluso mucho tiempo, pero la verdad es que me considero un continuo principiante.
Será que soy de desarrollo lento...
Ahora en serio. Estoy de acuerdo al cien por cien en tus reflexiones.
Por eso me encantan tus comentarios, cuando analizas y desentrañas las cualidades de los textos. Incluso cuando señalas algún posible error, lo haces con esa sutileza propia de los docentes. Siempre he sostenido que prefiero las críticas de este tipo. Esa visión que es capaz de ponderar lo bueno y lo malo (lo que nos gusta o lo que no). Y sí, prioritario leer para 'robar' de los demás y un buen diccionario. Pero sobre todo leer, leer, leer, leer...
De hecho, Jugador, es una de las posibilidades más seguras. Si tuvieras que apostar, apuesta a ese número, quizá la ruleta esté girando y girando... De hecho, ayer es a la conclusión a la que se llegó en otro lugar. Esa seguridad que muestra el narrador acerca de los hechos, su presencia...
ResponderEliminarLa vida es sueño, ya sabes. Es difícil deslindar entre ficción y realidad, imágenes oníricas, fantasías e imágines conscientes... Para algunos más que para otros.
Al hilo del comentario de Bisturí, decir que siempre me ha parecido muy curiosa y divertida, la posición del que supone que el escritor (perdón, escribidor en mi caso) sobre todo cuando escribe en primera persona es el protagonista del relato.
ResponderEliminarEs cierto que una de las cuestiones fundamentales, a la hora de crear cierta verosimilitud en el texto es meterse en la piel del protagonista... Pero no sé... A ver si va a resultar que por escribir sobre un jugador de fútbol, uno es mejor que Messi o que Nino
Muchas gracias a Rober e Isaura del Valle, vuestras palabras son estimulantes.
ResponderEliminarMagnífico!
ResponderEliminarEl despertar sin saber qué ha sucedido, hasta dónde llega la realidad y dónde el sueño, si es tu propio sueño o el de otro, si has soñado o presenciado o si has presenciado soñando... ese aire de novela negra sin perder el intimismo. Y, ya que habéis estado hablando de técnica, lectura y relectura del texto, de las palabras que enganchan y a veces se "roban", ¡qué delicia poder disfrutar de un lenguaje rico y preciso!
Lo he disfrutado muchísimo, igual que vuestros comentarios.
A veces, llegar al final tiene sus ventajas.
Me ha gustado mucho tu relato. POr aquí regresaré a acompañarte en tus letras. Un abrazo.
ResponderEliminarAmando, un texto que te lleva de la mano y que igual que el narrador, el lector se convierte en testigo del asesinato, de la pesadilla y particularmente me parece que acompaño al protagonista, aunque no me gistan los fumadores, en el alféizar de su ventanta intentando tomar una decisión.
ResponderEliminarMe ha gustado.
¿No será un sueño dentro de otro sueño?...¿No habéis soñado alguna vez que habiais soñado?
ResponderEliminarUn abrazo amigo.
Ana, muchas gracias por tus palabras. Animan y mucho.
ResponderEliminarLa verdad es que llegar tarde a veces tiene estas recompensas. Cuando los comentarios son tan enriquecedores y variados todos aprendemos y nos enriquecemos.
Clara Schoenborn, muchas gracias por tu compañía, es gratificante no saberse una isla.
ResponderEliminarVaya, FranCo, no te gustamos los fumadores. Pues no sé si seguir por aquí... Jajaja es broma. La verdad es que fumo muy poco, menos que el personaje del relato y casi nunca en recintos cerrados. La ley antitabaco me la apliqué a mí mismo antes de que estuviera redactada. Pero si no fuera por el cigarrillo, este hombre no se habría asomado a la ventana y quizá no hubiera descubierto el cadáver de la mujer y pensaría que todo había sido un sueño... Quiero decir, sólo un sueño. Así que fíjate para lo que nos ha dado un miserable cigarrillo.
ResponderEliminarMe encantan los cuentos con temática onírica. Da igual si tratan sobre pesadillas o premoniciones o todo junto como en este caso.
ResponderEliminarEs cierto lo que dices, Amando, sobre lo de pulir. Fundamental. Sin un repaso -en mi caso, veinte- no se puede decir que un texto esté acabado. Y luego vendría el reposo, como le suceden a los guisos que están mejor al día después que recién hechos.
Y es que no sólo es escribir...
Estupendo.
Saludos,
Anabel, la Cuentista
Muchas gracias, Anabel por tus palabras. Los relatos oníricos son especiales, y difíciles, muy difíciles.
ResponderEliminarEn fin, mañana habrá que seguir guisando...
Amando, referente a que no me gustan los "fumadores", te diré que mis mejores amigos son fumadores. y soporto que cuando vamos a comer entre plato y plato fumen y también dentro del coche. Todo por su amistad.
ResponderEliminarPero a veces me planteo que hacen ellos por mi amistad. ¿La consideran? Los respeto como personas, no como fumadores enfermos.
Estoy completamente de acuerdo.
ResponderEliminarYo suelo hacer lo contrario, suelo pedir permiso para fumar. Y no me gusta fumar entre plato y plato...
Pero hay personas que no lo pueden soportar.
No me extrañaría que muchas amistades, o supuestas amistades, se trucaran por estas cosas.
La amistad es algo recíproco y si tú miras por mí en aras a esa amistad, lo minimo que yo debiera hacer (pero algo espontáneo, natural, sincero) es mirar por ti.
En caso contrario quizá hablemos de comensalismo, que como todo el mundo sabe es un estilo de vida muy frecuente.
Amando, no me había planteado lo del "comensalismo". Pudiera ser y tendría que ser por mi lado, pues la situación me molesta mucho.
ResponderEliminarPero no descubro cual es mi beneficio, pues no es económico y menos intelectual, tampoco de ocio. Creo que definitivamente es amistad.
Pues no creo que tu caso sea de comensalismo, sino de amistad. Quizá no correspondida del todo.
ResponderEliminarClaro que siempre te puedes unir al enemigo y echar unas caladas
jajajaa
No, creo que no cuela.
Pues sería un bucle formidable, Flamenco: soñar que sueño que durante un sueño ha muerto una persona que luego aparece en la calle, mientras sueño que me he despertado del sueño...
ResponderEliminarMe suena a esas pesadillas en las que uno cae y cae y cae y nunca llega al final, nunca se termina de estampar contra el suelo, y a medida que se avanza en la caída la angustia llega a tal punto que es esta sensación la que termina por despertarte.
Un abrazo.
Me ha gustado, particularmente, el juego de las perspectivas de los sueños y de la vigilia (si es que la hay). Y además culminas con una interesante incógnita, ¿qué es más real, la imagen ante los ojos o la intuición o sensación de la misma?
ResponderEliminarPor otra parte, también opino que corregir, o mejor dicho, darle la forma a un texto o a un poema es una labor común de muchos escritores.
Amando, me ha gustado. Lo más, las distintas perspectivas del sueño y la vigilia. El final nos deja una interesante reflexión, ¿qué es más real la imagen de la sensación o la tangible?
ResponderEliminarEsa en el fondo es una pregunta eterna en el ser humano, Dácil, qué es la realidad, qué es el sueño; hasta dónde son reales las sensaciones sensoriales, ftrente a las extrasensoriales...
ResponderEliminarAlgunos movimientos filosóficos de buena parte del siglo XX se basan en decir que la realidad que nos ofrecen nuestros sentidos no es la realidad, sino una apariencia.
Y encima lo demostraban.
Sin llegar a semejantes reductos del razonamiento, es cierto que hay que ser más cauto con las apariencias. A lo mejor no lo son tanto.