Sing sorrow, Ben Shahn |
a los hambrientos que confían en ti
me sonríes a mí con los dientes sucios
de haber devorado lo único que teníamos
lo último que robamos de una casa
que perdimos en la infancia pero que
todavía, concentrados, somos capaces de oler
¿Qué puede ser para ti la sed si confundes
un vaso de agua con el mar, qué puedes
contar que nunca se haya dicho, qué
ofrecerías de haber sido afortunado, dichoso?
Pero escondes un pedazo de pan y sonríes
con algún diente viejo que se agarra a ti
temiendo
Pasas tropezando por un camino que conces bien
que seguiste alegre pensando que conduciría
a todo lo que una vez soñaste, pero estabas
despierto y todos nos habíamos vuelto mudos
Ahora lanzas una piedra en el camino y ya
has perdido la cuenta de los pasos que te quedan
atrás, al principio, cuando cruzabas el senderito
y a los pies todavía no se le habían agotado
las últimas alas de respuesto, intactas todavía
Nada se puede hacer ya y seguimos con la frente
intentando señalar a nuestra nariz, perdidos, olvidados;
aquella marca tuya en la arena se borró con un viento
que venía lejano, de un tiempo en el que tu pelo
todavía no caía como desesperado, cuando la piel
no se ajaba y los circos no hacían llorar a los niños
que todavía no habían aprendido a cantar.
Texto: Fusa Díaz
Narración: La Voz Silenciosa
Fusa, aún no he abierto tu libro el tiempo se come las horas de mis días... pero ya te diré, te diré, pues quedan otras horas regaladas que duran un montón. Referente a este texto, es tan difícil saber que esconde este hombre además del pan. Sin embargo, ahí estás tú para adivinarlo.
ResponderEliminarDeja un regusto melancólico...
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