Va descalzo, viste ropa holgada, harapos que dejan ver parte de su piel curtida en frío. En su mirada cristalina aún habita la inocencia, con su manito estirada anhela que alguien hoy lo note, le devuelva la mirada, tal vez un gesto, un roce, el toque casual de una mano que extiende una moneda y su suerte no sea la de ayer, con su estómago vacío buscando en un bote de desechos su alimento para en soledad y abandono conciliar el sueño entre cartones bajo el puente, su hogar. Hay un niño en la calle… hay un niño… niño.
Conmovedor, estremecedor. Cuántos niños como este hay no tan lejos de nosotros.
ResponderEliminarEs bueno que no nos olvidemos de ellos.
Ana, te has adelantado cinco minutos a mi comentario. Están a nuestro lado.
ResponderEliminarEnhorabuena Jesslo por tu mirada.
Y cada día vemos más, a mi me conmueve cada vez que se acercan con esa mirada que tan bien describes.
ResponderEliminarRealmente no debemos olvidarnos de ellos...
Literatura, la vida, día a día, fotografía, periodismo, ojos cerrados...
ResponderEliminarConmovedor.
ResponderEliminarGracias por escribirlo.
PABLO GONZ
Sin duda la literatura también ha de estar al servicio de nobles causas como la que reclama este enternecedor texto.
ResponderEliminarEnhorabuena Jesslo.
Lo importante es que desde nuestro lugar en el mundo siempre es posible hacer la diferencia en la vida de alguien, sólo es cuestión de proponérselo...
ResponderEliminar"A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara esa gota." (Teresa de Calcuta)
Agradezco cada comentario. Un saludo.