06 septiembre, 2010

La cena



Planeábamos la expedición que nos llevaría hasta la montaña más alta del Continente Antártico: El monte Vinson.
Dentro del iglú y alrededor de una caja llena de víveres nos dispusimos a repartir la cena.

El hielo comenzó a vibrar. Un oso polar se acercaba.


Entendí que el olor a comida le había atraído y que si le dejaba algo en la puerta se iría. Así lo hice.


Al día siguiente volvió, y al otro, y al siguiente.


Hoy, tengo más miedo que nunca: estoy solo en el iglú y ya se oyen los pasos polares.

5 comentarios:

  1. Ángeles Jiménez6/9/10, 18:56

    ¡Qué miedo!Y qué gráfico en tan poco espacio. Gracias por terminarlo ahí, no quiero ni pensar en la siguiente escena. Me ha encantado.
    Saludos

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  2. Bufffff, la cena va a ser él!!! buen giro final, nos centramos en la cena que los expedicionarios iban a tomar, cuando el protagonista de la cena es él mismo, el último tras haber engullido a los demás. Fantástico. Un abrazo.

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  3. Luego ya le había echado de cenar al resto de los compañeros... Terrorífico.
    Pero qué buen microrelato!!
    Felicidades y bienvenida, Ángeles

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  4. Ya que ha ido echando fuera a sus compañeros, que se eche fuera él también y de paso se coma al oso... de este humano no me fiaría yo mucho, si fuera oso :)
    Un abrazo Angeles y enhorabuena por estar aquí!

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  5. Sencillo texto y placentera digestión la que me produce este texto.

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