La gitana le dijo que una gota sería suficiente, dos demasiado, tres de efecto impredecible. Escéptico, consideró que tomárselo todo no sería excesivo para conseguir el efecto de “atracción irresistible” prometido.
Tras preparase para salir a la noche, apura el frasco, sale de su casa y pulsa el botón del ascensor. Cuando las puertas se abren, sonríe y su vecina le devuelve el gesto. Sus miradas colisionan. El hechizo toma forma y el fuego prende entre ambos. Sin una palabra de más, sin remedio, sus cuerpos se acercan. Embriagados por la extraña magia, se besan, se tocan, se deshacen en un furor que aumenta a medida que el ascensor desciende, piso a piso. La maraña de cabellos, de manos, de piel y sudor se golpea contra las paredes en una sinfonía de jadeos, suspiros y alientos. En un crescendo violento, su delirio se descontrola con rasgar de ropas, de cuero, de carne, y uno en el otro, mezclan saliva, sangre y muerte antes incluso de sentir apagadas sus ansias. Para cuando el ascensor detiene su movimiento, sus cuerpos yacen esparcidos de pasión, irreconocibles. Con un timbre que anuncia el fin del trayecto, las puertas se abren exhalando una bocanada de vaho a los absortos vecinos que, distraídamente, esperaban el ascensor.
Una gota sería suficiente, dos demasiado, tres de efecto impredecible. Ella también consideró que tomarse todo el frasco no podía ser excesivo.
La subida de fuerza en este texto es exponencial a medida que vas introduciéndote en él.
ResponderEliminarMe has dejado impresionada con su fuerza.
Enhorabuena Carlos.
Un crescendo arrebatador, un peligroso ascensor. Felicidades.
ResponderEliminar¿Y dices que era una gitana quien lo vendía?
ResponderEliminar¿Y dónde dices que vive la gitana que lo vende?
No, si sólo quiero unas gotas, tantas como días... Tú me entiendes, Carlos. Arrebatador el relato.
Gracias a todos. Vuestros comentarios me hacen muy feliz. Amando, si encuentro a la gitana, cuenta con un frasquito por descontado. Su alguien mas se apunta, que me lo haga saber.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, consigues que el amor, el deseo, la pasión, alcancen un nivel terrorífico. Estupendamente contado.
ResponderEliminarMenos mal que no se me ocurrió tomarme más de una gota,.. ¡Menos mal!... Oye, si quereis os paso el las señas de la gitana... ¡Funciona!, ¡Vaya si funciona!. Me ha enganchado el relato desde el principio Carlos. Excelente!!!
ResponderEliminar¡Pero qué bueno! Mantiene el interés, te arrebata una sonrisa, te despierta el deseo de desear.
ResponderEliminarMuy bueno
¡Qué rabia! Es que vivo en un primero y no uso el ascensor, de todas maneras, ¿dónde era que vivía la gitana esa?
ResponderEliminarDe nuevo gracias. Es un placer contar historias para gente como ustedes. Para los que no cojáis ascensor, no os preocupéis, la gitana asegura que en las escaleras también funciona. Abrazos a todos.
ResponderEliminarSiempre he pensado que los ascensores son peligrosos, que me dan claustrofobia, pero... si con unas gotitas se quitan...
ResponderEliminarEnhorabuena, Carlos, un micro perfecto: bien construido, fresco, divertido y con ese final tan "excesivo".
Y ¿dónde puedo encontrar los servicios de esa gitana?
ResponderEliminarMenudo viaje en el ascensor... Pensándolo bien, el mío tiene un trayecto demasiado corto...
Muy bueno. Sobredosis. Me gusta la escena erótica tan limpia, difícil de conseguir.
ResponderEliminarUn buen relato, bien caluroso por cierto. Habrá que ver dónde está ese ascensor, por si acaso.
ResponderEliminarSaludos
Gracias a todos por los comentarios, desde los más recientes a los más antiguos. Decir que como mucho sabéis, este es un texto al que le tengo mucho cariño. Verlo rescatado ha sido una sorpresa y oírlo narrado por La voz Silenciosa...un auténtico regalo. Es increíble la sensación que da oírlo en otra voz que no sea la de mi cabeza. Consigue darle un matiz que me ha impresionado y literalmente emocionado. Por ello muchas, muchísimas gracias.
ResponderEliminarUn abrazo a todos.
Me ha gustado mucho. Muy redondo.
ResponderEliminarYo sigo dando las gracias a todos por permitirme poner voz a excelentes narraciones y poemas.
ResponderEliminarJamás olvidaré el día que conocí esta esfera en la que ya doy vueltas sin cesar.
Un abrazo silencioso.