30 noviembre, 2010

Blanca noche


Salimos del piso extasiados y destrozados. La noche se ha alargado tanto que pronto amanecerá. Esperamos el ascensor para que nos baje a la calle: mientras esperamos, la observo, está demacrada y tiene un poco de coca en la punta de la nariz, le paso un dedo para limpiársela y luego me lo llevo a la boca. Yo tampoco me encuentro nada bien, mi corazón bombea de forma arrítmica y siento que estoy en el límite.
Entramos al ascensor y nos observamos en el espejo, mirando nuestras caras, luego nos miramos a los ojos y sin decir nada estamos de acuerdo en que nos hemos vuelto a pasar, una noche más. Saca un tarrito en el que guarda un poco de coca, hunde un dedo en él y se mete un tiro, me ofrece poniendo su dedo delante de mi cara y a pesar de todo no me lo pienso dos veces. Apoya la cabeza en mi hombro y ahora todo me importa una mierda.

Salimos del ascensor dando tumbos por la calle, nos tapamos los ojos con las manos aunque el sol aún no ha salido, pero la claridad nos resulta insoportable. Ando muy deprisa, directo a la parada de taxis, ella va tras de mi tirándome de la chaqueta, prácticamente voy corriendo y no puede seguirme el ritmo, pero no paro ni un instante, no logra seguir mis pasos y termina cayendo al suelo, me acerco a levantarla cuando saca el puto tarrito de coca, le golpeo la mano que lo sostiene y el tarrito cae al suelo derramando lo poco que queda, luego le golpeo en la cara, la agarro de un brazo y la levanto, entramos a un taxi, doy una dirección mientras me limpio la sangre que cae de mi nariz con la manga de la chaqueta.
Llegamos al piso, su piso. Nos tiramos vestidos en la cama, ella se duerme al instante, yo no logro conciliar el sueño pensando que al amanecer me sentiré viejo y cansado, aparto esos pensamientos rápidamente y observo su cuerpo tirado de cualquier manera mientras los primeros rayos del sol entran por la ventana, al final caigo rendido por el sueño. Mañana sería un nuevo día... o no
Texto: Jesse Custer

12 comentarios:

  1. Pensar que ese es el día a día, de muchas personas, asusta bastante; no tener un motivo, que te impulse a salir de se hoyo también.

    Conformarnos con que esto es lo que hay, y no se puede hacer nada, es hipócrita, ayudarlas, si ellas no quieren es imposible.

    ¿Dónde está la solución?, la reflexión queda en el aire.

    Felicidades por este texto impresionante.

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  2. El texto es impresionante, sin duda... Pero el tema es muy complicado... Yo liberaría la venta de estupefacientes en las farmacias... con el tiempo, y no pienso que demasiado, perderían todo su atractivo... Hay pocas personas que se compran aspirinas si realmente no las necesitan. Por el contrario todo lo prohíbido tiene una atracción insufrible... Y podemos hablar de la doble moral, algún médico tenemos en estos encuentros... Pueden explicarme la diferencia entre la cocaína (llamada droga) y el alcohol (permitido y que forma parte de las costumbres más arraigadas en muchos países)???

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  3. Muy interesante cuestión la que se plantea en el texto y que Beatriz remarca con su aportación.
    Desconozco si una copa de vino (o tres) tiene la misma repercusión que un tirito de coca (o de tres).
    En todo caso, si el texto hubiera hablado de cualquier otra droga probablemente el resultado hubiera sido el mismo.

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  4. Relato realista y directo. Bien llevado de principio a fin. Me ha gustado bastante.

    Un cordial saludo.

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  5. Buen texto, muy bien la definición de los estados y dejas reflexionando al lector con el final.
    Beatriz, con respecto a tu pregunta, la diferencia es amplia; la cocaína posee una potencia y adicción mucho más alta que el alcohol, además de el daño que tiene sobre las células.

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  6. Ciertamente es un texto tan crudo como real, pero no sé por qué me empeño en ver este texto como un relato romántico, casi heroico. A pesar de la brutalidad del relato se intuye complicidad, sufrimiento, rendición... pero siempre fidelidad y preocupación por el o la otra. Muy bueno.

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  7. Marcos Alonso... quizás el texto sí, no lo dudo, quizás tenga mucho de romántico... Pero en ese mundo de la coca te aseguro que hay muy poco de romántico, heroico, (complicidad evidentemente), sufrimiento también y rendidicón toda... Bueno, es mi experiencia que no de adipta precisamente...

    El alcohol no destruye unas células determinadas del cerebro???... Pienso que sí...

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  8. Buen texto. Más que verosímil. Es la realidad de un círculo vicioso sin fin o, en todo caso, con un fin drámatico.

    Pienso que hay una gran diferencia entre el alcohol y la cocaína. Desde luego, el alcoholismo es una adicción tan peligrosa como ser cocainómano, pero la coca engancha muy rápido y destruye todavía más rápido que el alcohol. Puedes beber una copa de vino de vez en cuando, y no pasa nada; ahora, desconfía del que se toma una rayita los fines de semana y se las da de que controla. No, decididamente, no es lo mismo.

    Ya me he desviado. Que me ha gustado mucho el texto, sobre todo, el momento de lucidez que el protagonista parece tener al observar la decrepitud de su compañera. Pero prontos se les olvida: son adictos.

    Saludos

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  9. Un texto duro sobre la cruel realidad de la decadencia humana cuando la droga domina la voluntad, incluso, la propia esperanza. Me ha gustado, conmueve.

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  10. Beatriz. Si pero no las misma cantidad. Estudio farmacia y vemos esas cosas.
    Saludos

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  11. Terrible vida tóxica: blanca la mente, blanca la vida, negro porvenir. Estupendo texto Jesse, saludos.

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  12. Muy buen texto. Crudo, verosímil,desesperanzador

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