Celebro la brevedad del silencio
sin volver la vista atrás.
Anónimo y oculto letargo
que me aprisiona
en el sobresalto de la noche.
Cruza el silencio la telaraña, tan mortal,
del día que se acaba,
camina por el verbo impredecible
de un jardín enamorado
de la guardiana palabra.
Esfinge que todo escucha del silencio:
Muerte escondida y abandonada,
voz sin huesos
piel de ojos cerrados,
alma partida de un territorio despoblado.
Habito las luces de la voz.
Busco tímidamente
las voces que todo lo puedan decir.
Imposible el vacío.
Celebro esta luz eterna,
bella flor, alcanzada para siempre,
en su propia batalla.
Imprescindible silencio.
ResponderEliminarNo entiendo mucho de poesía, pero me ha gustado
Bienvenida, Mónica
El silencio es imprescindible, y más para atravesar la niebla de la vida, una de las tareas de la poesía.
ResponderEliminarEl Dios silencio,
ResponderEliminarel compañero invisible,
pero presente que te arropa.
El compañero que te escucha,
sin interrupirte.
El compañero que proyecta tus palabras,
El camarada celoso,
que se turba cuando hablas con otro.
El acompañante que no pesa,
o que se convierte en una loza de mármol frío.
Es un bello poema. Gracias
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