No sabía si el tiempo era una medida fiable. En ocasiones, los segundos parecían largas horas, otras veces, las horas pasaban en milésimas de segundos. Su vida había transcurrido en un soplo, su muerte estaba resultando una lenta agonía. Sólo había aprendido a esperar pacientemente, tardara lo que tardara, su breve beso cálido para soportar la fría y larga noche.
Texto: Susana Pérez Santos
Para quien está padeciendo un lenta agonía, la espera de un beso o una palabra puede ser el único hecho que ocurra en su día, y ese sentido, el día se transforma en una sucesión de eternos segundos.
ResponderEliminarMis saludos a la autora.
Todo es relativo, aunque las esperas suelen ser muy, muy largas, especialmente, si es de noche.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, Susana
Precioso; igual le llegó a tiempo. Quiero pensarlo así.
ResponderEliminarBesos para Susana.
Un gran micro sobre la naturaleza relativa del tiempo. Enhorabuena.
ResponderEliminarBuen micro que sorprende tratando de esa manera tan cándida la aceptación de la muerte.
ResponderEliminarEs curioso que últimamente el tiempo sea materia de algunos escritos. Me gusta el micro, y me parece importante aceptar así que el tiempo individual -el úmico del que disponemos- concluye, es inevitable.
ResponderEliminarMuchas gracias. Es un placer poder participar en este espacio.
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