24 diciembre, 2010

La desconfianza


Tuve que repetir varias veces en alto que ya no creía en fuegos artificiales. Al final el exagerado escepticismo me contagió.
Todo empezó aquella mañana de invierno en la que me confesaste que dudabas de si la música que se filtraba por la ventanilla del coche era en realidad música. Recuerdo que te respondí que sí pero tú no parecías convencida. Recuerdo también que ibas acurrucada en el asiento de atrás del monovolumen y tu cabeza estaba apoyada en el hombro de tu hermano que dormía. Intenté convencerte de mil maneras diferentes mientras los semáforos en rojo me advertían de que aquella era una batalla perdida. Preferí dejarlo pasar porque rebatías todos mis argumentos de una forma tan audaz que me dejabas sorprendida. Después de la música vino el mar y el viento, y la tierra que pisabas. Luego los olores y los sentimientos. Casi tres meses más tarde habías dejado de creer en casi todo y tus argumentos seguían siendo firmes y arriesgados.
Fue una noche de verano cuando dejé de creer en fuegos artificiales (y naturales). Y sentí los colores dentro de mí, retumbando. Y dejé de creer en el viento y me soplaba. Y en el mar y me salaba. Y en la tierra que ella pisaba.
Texto: Iria López Fernández
Narración: La Voz Silenciosa

6 comentarios:

  1. Perder la inocencia es hacerse adulto, y hacerse adulto a veces es muy triste. Los argumentos de la razón son tan sólidos, tan inamovibles que no somos capaces de dar paso a los del corazón. Sólo cuando el adulto comprende que hay razones del corazón que la razón no entiende, deja de ser adulto y se convierte en un ser humano.
    El texto, Iria, me parece fantástico.

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  2. Iria. El texto que nos ofreces hoy me parece muy bueno. El duro traspaso de la frontera entre la inocencia y la razón. Un camino que una vez iniciado no tiene vuelta atrás, aunque más de una vez pretendamos volver. Una manera muy poética de expresarlo. Un abrazo

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  3. Cuando sucede algo que te ilumina como un fogonazo en plena noche y ya no puedes seguir fingiendo que crees, el momento más crudo y más auténtico en la vida.
    Muy bien

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  4. La desconfianza, el filo entre la verdad y la ficción, o la mentira. Me ha gustado.

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  5. El borde afilado de la duda penetra dolorosamente en nuestros corazones, diseca nuestra razón y nos quita gota a gota la confianza... LLega un momento en que no crees ni en lo obvio. Me a gustado mucho, Iria. Tiene un mensaje, entre los muchos dobleces del texto, que me ha llegado.

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  6. Muchas gracias por vuestros comentarios!
    Este texto lo escribí hace mucho tiempo y despues de releer y hacer algunas correciones lo invité a salir al mundo exterior. Me alegro de que os haya gustado.
    Un abrazo. Iria L.

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