Como burlonamente se le conoce, es la imagen de la extravagancia.
Habla con las plantas, se agacha, se pone a su altura, acaricia el revés de las hojas y les susurra delicadamente palabras que sólo ella conoce.
Cuando pasa por tu lado desprende un olor a flores que inunda todo el ambiente y hace que su extraño caminar, espeso y lento, se convierta en un espectáculo de fragancias frescas.
A veces, se pierde para refugiar sus pies en el parterre más cercano, vierte agua en sus tobillos y los colores de sus mejillas brotan rojos y relucientes. Va poniendo su cuerpo erguido, parece que crece con la savia de la tierra y cerrando los ojos respira profundamente el aire cálido que la rodea.
Si estás a su lado te sorprenden las sombras que la envuelven y juguetean con ella, como raíces que brincan abrazando el entorno, pero retroceden escondiéndose ante la mirada crítica del que no soporta lo diferente.
La niña planta desaparece cuando son demasiadas las miradas inquisidoras, cambia de terreno, de entorno, porque la marchitan y secan.
Pero curiosamente deja un vacío en su huida, porque, lo queramos o no, la extravagancia también es historia.
¡Qué bonito texto, Inma! Despliega fragancias verdes. Es cierto, la envidia que provoca el diferente, quizá porque le recuerda al mediocre sus propias impotencias.
ResponderEliminarBesos
Este texto delicioso esconde la tragedia de los que son diferentes a los ojos de los mediocres. Afortunadamente, existen personas de sensibilidad rara y exquisita, que dejan su huella en los que saben apreciarlos.
ResponderEliminarEstupendo, Inma, me ha encantado
Me parece que esta idea te da para un cuento fantástico y fantástico.
ResponderEliminarMuy sugerente, con mucho juego.
Saludos,
Anabel
Las extravagantes, las valientes. Una interesante visión de ellas, la de este texto.
ResponderEliminarAbrazos,
Dácil
Es que salirse de la norma ( no ser normal) supone riesgos y probables dificultades pero
ResponderEliminar¿quién puso la norma? ¿Por qué? ¿se trata de la normalidad estadística? entonces ¿ qué pasa con las dos DS?.
Mientras no lo tenga claro, no tengo ninguna intención de ser normal.Atípica, como una que hay por aquí y que empieza por A.
Y además lo has contado tan bien Inma,
Besos raros y diferentes de Á.
Precioso Inma. ¿Extravagante, rara, por qué? porque habla con las plantas, disfruta de las flores. Seguramente, más lista que nosotros, que no vemos las maravillas, que nos da la naturaleza.
ResponderEliminar¡Llevamos siempre tanta prisa!
Qué hermosura de texto, como se desliza, casi como el agua cuando riega el césped, las plantas, los parterres... Ser niña planta es una buena opción de ser. Al menos hueles a flores que es una hermosa fragancia.
ResponderEliminarE-X-Q-U-I-S-I-T-O. No puedo decir más, Inma. Un abrazo
ResponderEliminarLa extravagancia como virtud. Como siempre, Inma, muy bueno. Abrazos
ResponderEliminarLa extravagancia esa dualidad de sentimientos que despierta. Rechazo-admiración, curiosidad-desagrado...
ResponderEliminarGracias a todos.
Ultimamente llego tarde qa todo, pero vale la pena encontrarse con textos tan soñadores como éste. Niña planta, vida, verde, precioso Inma.
ResponderEliminarMuchos besos, de jardín recién regado.
La foto que acompaña a este maravillosos texto, condiciona mucho su lectura. Por lo menos a mí. Ahora ya no puedo leerlo sin la imagen condicionada.
ResponderEliminarMe ha encantado tu cuento, Inma. Es sugerente y mágico. Un mensaje rotundo con el que much@s se pueden sentir identificados. Me ha gustado mucho, mucho.
ResponderEliminarAbrazos, Iria L.