08 diciembre, 2010

Un descarnado abrazo


Yo dejo que la tristeza me aplaste, me atraviese; que me lacere el alma. No opongo ningún obstáculo. No finjo alegrías ni imagino sueños, para un mañana que no existe. Yo dejo que la monstruosidad del mundo me parta como un rayo, que todos los niños famélicos lloren en mis lágrimas, que todas las callejeras se maceren en mi cuerpo y todos los muertos que la vida luce para florearnos su ego se pudran en mí.
Yo dejo que el dolor, la corrupción y la corruptela llenen mis manos sucias de este mundo en que no creo; donde cada pesadilla horrorosa y sangrante es siempre más benévola que un acto humano, tan humano que los animales braman incesantes, por temor a que sus bellos sonidos troquen en palabras. Yo dejo que los ojos del peor de los perversos miren a través de mí; que la más perra de las madres sea algo de la madre que yo soy; que los hombres incestuosos vibren en mi piel, para intentar comprender tal atropello. Y lloro la tortura en miles de inocentes; los cuerpos mutilados por armas que hacen ver a Lucifer como un gnomo de historieta.
Yo permito al dolor
que me desolle y asesine mis óvulos fecundados que la vida no merece. Dejo que pisoteen mi cuerpo; que me recuerden cada dolor de la infancia, cada mirada furtiva y vergonzante. Dejo que todo lo peor de esta tierra llegue a mí sin freno, sin defensas. Pero no es posible. No es posible que tanto dolor infligido pueda ocultar, enmascarar o camuflar el grito desgarrado de mi cuerpo por haberte perdido; por dormir cada noche acariciando tu ausencia, buscando olvidar la última vez que te vi. La tapa del ataúd que se cerró, la tierra tragándote.
Y cuando traigo a mi memoria tus ojos verdes, una alimaña me recuerda que el más allá no existe; que todo es podredumbre; que no sé por qué estoy en este mundo y no sé por qué no me llevaste contigo. Y aunque venga el guardia a echarme todas las noches, yo siempre volveré a recostarme sobre tu tumba, con la certeza que la letanía de mi cuerpo entibie tus desolados huesos y un descarnado abrazo me lleve a morir contigo.


Texto: Norma Beatriz Cabrera

11 comentarios:

  1. Estremecedor relato, Norma. Aunque durísimo el sufrimiento por una pérdida desgarradora, más sano el duelo desenfrenado que la melancolía eterna, infinita y sin retorno.
    Espero que sea solo un duelo literario. Un beso

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  2. ¿Es posible tanto dolor?. Espero no tener nunca que sentirlo. Me has dejado helado, Norma. Una pérdida irrecuperable que se lleva en su ataúd lo mejor de la persona que estaba a su lado y deja sólo sentimientos de ira, impotencia, dolor inconsolable, deseos de morir,... Como Ángeles dice: espero que sea dolor sólo literario. Un abrazo.

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  3. Sí es posible tanto dolor, pero hay salida, siempre; es cuestión de paciencia y que se aposente el tiempo en los recuerdos.
    Emocionante escrito, Norma.
    Besos que alivien el dolor, real o ficticio,

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  4. Tristeza, atraviese, monstruosidad, lágrimas, muertos, mutilados, tortura, grito desgarrado, pérdida, asesine, pisotee, ausencia, ataúd, desolados, morir... conjunto de palabras empleadas en éste texto, que le confieren una alta dosis de desgarre. Un texto del enfado del alma.

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  5. Es desgarrador, tanto que deja al lector convencido de que lo mejor que puede hacer la protagonista es dormir cada noche sobre la tumba.

    Cuando un texto consigue tanto debe de ser muy bueno.

    Y...en mi opinión de lectora, que no de experta, lo es.

    Muchas felicidades normal por tu dominío del lenguaje de las emociones.

    Un saludo Á.

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  6. Terrible elegía. Dolor por el ser amado que hace que cualquier otro dolor sea bienvenido.
    Me ha recordado a Annabelle Lee, de E. Allan Poe en su gótica dureza -mucho más duro, diría yo.
    Me ha sobrecogido. Mucho.
    Un abrazo cálido, carnal y vivo.

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  7. Muchas gracias por leer el texto y comentarlo. Esta historia está influenciada por la, casi obsesiva, lectura de la elegía que Miguel Hernandez le escribió a Ramón Sijé; además de los poemas de Baudelaire y los Cantos de Maldoror, de Isidore Ducasse. Tengo gusto por la estética gótica, gore y el terror. Ana,me encanta Allan Poe.
    Gracias a La Esfera. Un abrazo descarnado.

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  8. A mi también me encanta Poe, Norma. Y lo gótico, claro.
    Un beso

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  9. Pero es que la vida tiene estos momentos. Aunque sea un texto muy influenciado por todos los escritores y obras que citas, Norma, hay mucho de cierto en todo lo que escribes... Como bien dice Isolda, sin embargo, gracias a no sé qué (quizá a que somos humanos), es posible salir adelante... (Aunque no todos lo consiguen -también conviene tenerlo en cuenta-).

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  10. Joder Norma, desgarrador, el texto es duro, duro durísimo.
    No nos deja indiferentes, te lo aseguro.
    Enhorabuena.

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  11. Un texto con una fuerza incontenible, que crece, como si hirviera, hasta que abrasa desesperadamente. El dolor no es suficiente para ahogar el llanto y la pena por la pédida del ser amado. Magnífico, Norma.

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