Se aleja el tranvía. 29 minutos de espera para el próximo. Me acerco resignado al andén de la estación. Dejo caer pesadamente sobre el asiento mi resaca y soñolencia. Párpados de plomo, mi cuerpo es plomo que resiste por inercia.
Junto a mí, hay una pareja. Ebrios, drogados, que más da. Conversan en un lenguaje ininteligible; balbuceos roncos. Ella se recuesta lánguida en su regazo mientras él estornuda y se babea. Toda la mezcla de fluidos acaba en el suelo tras reposar en su barbilla, en sus dedos. Se escucha el rumor seco de la inmundicia descansando en el piso. Chuc, chuc…
El panel señala 25 minutos. Llegan dos chicas a la parada. Comparten un croissant de jamón y queso y hablan sobre la gula después de una noche de fiesta. Bocadillos, dulces, pizzas, lo que sea, da igual, cualquier porquería es buena para matar el hambre.
-¿Quieres?
-No, gracias.
-¿Seguro? No está mal, hay suficiente para…
-No, de verdad, sólo quiero llegar a casa y dormir. Sólo eso. Además, ya comí algo hace un rato, un perrito caliente. Pero gracias.
Mis ojos se cierran, ¿recuerdas? Mis párpados eran plomo y siguen siéndolo. Oigo murmullo y risas. Mandíbulas que rumian. Ñam ñam. Y balbuceos y mocos y babas que se estrellan contra el suelo.
20 minutos. La noche avanza a paso lento hacia el amanecer y no puedo hacer nada por evitarlo.
Junto a mí, hay una pareja. Ebrios, drogados, que más da. Conversan en un lenguaje ininteligible; balbuceos roncos. Ella se recuesta lánguida en su regazo mientras él estornuda y se babea. Toda la mezcla de fluidos acaba en el suelo tras reposar en su barbilla, en sus dedos. Se escucha el rumor seco de la inmundicia descansando en el piso. Chuc, chuc…
El panel señala 25 minutos. Llegan dos chicas a la parada. Comparten un croissant de jamón y queso y hablan sobre la gula después de una noche de fiesta. Bocadillos, dulces, pizzas, lo que sea, da igual, cualquier porquería es buena para matar el hambre.
-¿Quieres?
-No, gracias.
-¿Seguro? No está mal, hay suficiente para…
-No, de verdad, sólo quiero llegar a casa y dormir. Sólo eso. Además, ya comí algo hace un rato, un perrito caliente. Pero gracias.
Mis ojos se cierran, ¿recuerdas? Mis párpados eran plomo y siguen siéndolo. Oigo murmullo y risas. Mandíbulas que rumian. Ñam ñam. Y balbuceos y mocos y babas que se estrellan contra el suelo.
20 minutos. La noche avanza a paso lento hacia el amanecer y no puedo hacer nada por evitarlo.
Texto: Hosmán Amin torres
Qué triste panorama el que describes, miedo da pensar, en manos de quien va estar el mundo, en las próximas generaciones.
ResponderEliminarEnhorabuena Hosmin por el texto. Es inquietante sí, pero no todos los jóvenes (o no tan jóvenes, para ciertas cosas hay que tener cierto estatus)amanecen drogados o ebrios después de una noche en blanco. Ni siquera todos los jóvenes que alguna vez han amanecido drogados y ebrios, lo hacen del mismo modo todos los días que salen de marcha.
ResponderEliminarAdemás, aunque ahora las cosas parezca que son mucho peores, todos podemos hablar de nuestras generaciones. Hay un texto de Pío Baroja -creo- en que cuenta como al amanecer se cruza el protagonista de la novela con un barrendero y un borracho.
Nuestra generación (pongamos que hablo de la generación del 60 -nací en 1962-) es una de las generaciones en España más castigada por la heroína.
Otras generaciones no tuvieron acceso a este tipo de drogas, pero mantuvieron -quizá mejor camuflado por las costumbres sociales- a muchos alcohólicos en su seno.
Pero es probable -o esa es mi apreciación- que hoy en día se sale más, se consume más y por más gente con más frecuencia.
Gracias Amando.
ResponderEliminarPor supuesto, generalizar siempre es catalogar con impresición.
Saludos.
Hosmán
yo también te doy la enhorabuena Hosmán, me has traslado a esa parada de tranvía. He sentido el vacío y el abandono de esa pareja de drogaditos. La indiferencia de las chicas. El cansancio del narrador. Muy bien escrito.
ResponderEliminarImparable el reloj avanza como el tranvía, en medio de esa escena más cotidiana que decadente, en esa noche ya herida de muerte. Buen texto, me gusta el uso de la primera persona que nos familiariza con el ambiente, cómo si lo estuviéramos viviendo y fijándonos en esos detalles anecdóticos.
ResponderEliminarHosmán, me ha gustado muchísimo la ambientación. Me he sentido también sentado allí junto al protagonista. Cuando has dicho que quedaban 20 minutos, incluso he pensado "¡todavía!". La noche moribunda y la cama esperando impaciente. Te repito: Muy buen texto. Enhorabuena
ResponderEliminarHosmán, esas son la amanecidas en la que juras que nunca más vas a terminar así, que tienen que tomar otro rumbo. Y vuelves a caer. ¿Porqué será?
ResponderEliminarBuena crónica urbana.
ResponderEliminarSaludos