07 enero, 2011

Cuento del aire


Según se cuenta todavía en conspicuos corros, hubo un país con interminables secanos y montes chaparrudos donde, desde siempre, el viento soplaba permanente desbocado y era sufrido por sus gentes como una condena asumida, que a veces se cobraba días en blanco y les regalaba la atmosfera mas pura, pero volvía de nuevo con saña para colarse por cualquier resquicio y azotarles.
También cuentan que a aquel país arribó el progreso y al socaire nacieron mil y un nuevos negocios que en el nombre de unos pocos vinieron a tomar posesión del paisaje como si fuera suyo. Negocio de poderosos fue domar al viento y para ello sustituyeron los árboles que no había, pero que debía de haber habido, por troncos de acero con brazos de gigante, como en las alucinaciones del Quijote.
Cambió la faz del campo. Hasta donde los ojos pueden volar, alineadas formaciones se hicieron horizonte, esparciendo en el girar de sus guadañas un halo de amenaza. Al final, no quedaron horizontes donde perseguir un sueño.
Dicen que un día, el cierzo, cansado e irritado de tantos regates fallidos, decidió no volver nunca al país de los molinos y se fue a cabalgar sobre olas y dunas a través de bosques animados y ramas complacientes. Incrédulos al principio, los resignados habitantes se vieron indultados de repente del secular castigo. Incrédulas, detuvieron sus aspas las enhiestas torres, sin briznas de brisa para empujarlas.
Pasó el tiempo y el oxido herrumbró las tripas de los monstruos sembrando con su chatarra los páramos. Colonias de cigüeñas anidaron en lo alto; bandadas de grajos hacían equilibrios sobre los afilados bordes de las guillotinas; las madreselvas escalaron las inútiles atalayas. El olvido cayó sobre los parques eólicos y el capital huyó a otros pagos para atrapar nuevos aires.
Los más viejos recuerdan aún como batía el cierzo al revolver una esquina; los más jóvenes no saben porque los horizontes están llenos de hierros viejos con forma de ventilador; los de siempre, callan, como siempre.
Texto: Eugenio Mateo Otto

6 comentarios:

  1. Miguel Angel7/1/11, 20:52

    Qué hermosa parábola sobre el progreso, sus razones y sus consecuencias y cómo el hombre se cree un Dios dominando a su antojo los elementos hasta que éstos deciden que son libres de elegir su destino. Vida sí, progreso sí, pero la primera norma de todas: En perfecta armonía con la naturaleza. Me ha gustado tu propuesta, Eugenio.

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  2. Contemplando los paisajes aragoneses, bien se entiende ésto, o aquellos lugares mesetarios hacia Soria, o en la Serrezuela segoviana y en tantos y tantos puntos...
    ¿Dónde nos lleva el progreso?
    En realidad es una pregunta un poco retórica, sobre todo por lo reiterativa, ya que todas las épocas de la historia han tenido que hacérsela. De hecho -y según dicen algunos comentarisatas- los famosos molinos fueron confundidos por el no menos famoso Don Quijote, porque por entonces eran artilugios aún poco conocidos y recién colocados, procedentes de tierran holandesas. Nuestros molinos más tenían que ver con fuerzas motrices de carácter muscular y no aéreo. O el famoso cuento de "Cordera" de Clarín en que se plantea también la misma dicotomía entre el desarrollo 'encarnado' en el ferrocarril y la 'bucólica' vida de los ganaderos asturianos. O por no salir del Principado "La aldea maldita" de Palacio Valdés...
    A veces nos asustamos por el advenimiento del progreso, porque, en el fondo, temoemos perdernos a nosotros mismos, nuestros recuerdos lo que fuimos. No sé, algo así como si nos quitaran los cimientos y fuéramos a desmoronarnos.
    Gran texto, Eugenio y bienvenido a La Esfera.

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  3. catherine8/1/11, 2:00

    En Francia la polémica es construir (o no) esos artelugios en la bahía del Mont Saint Michel inscrita en el patrimonio de la humanidad o de la Unesco, saber si la van a desfigurar o no.
    ¿Es un castigo eternal, nunca volverá el viento?
    Muy bueno, Eugenio.

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  4. El texto es bueno y nos hace reflexionar, sobre la realidad en la que vivimos.

    Necesitamos energía, eso está claro, si no queremos obtenerla por medios contaminantes, petróleo, centrales nucleares, etc., tenemos que irnos a lo que nos da la naturaleza, el viento, llenando de molinos nuestros paisajes; el sol, llenando de paneles solares nuestros campos,(cómo ocurre en mi tierra).

    El progreso se impone, nos guste o no.

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  5. Me impresionan tanto como los molinos a Don Quijote; aquí en el sur, cerca del estrecho, hay miles de ellos y siempre te topas con uno maltrecho. ¿Qué sucederá cuando pase el tiempo? Pero es un tributo que hay que pagar, desgraciadamente.
    Me ha gustado mucho esa parábola en forma de molinos. Muy bien escrito. Enhorabuena.

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  6. "Los más jóvenes no saben porque los horizontes están llenos de hierros viejos con forma de ventilador; los de siempre, callan, como siempre"
    Un texto reflexivo, una descripción literaria y simbólica de lo que estamos dejando a las futuras generaciones.

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