Hoy me di cuenta que mi ciudad estaba sucia, que no llovía desde hacía tiempo y que las calles no se limpian. Que los orines, las basuras y los insultos ahogan la mañana. Que una bruma espesa y maloliente descarga su ira por mis calles. Esas calles que, antaño, se cubrían de rocío y parecían frescas esencias que acariciaban los rostros.
Ya mis calles no son las que eran, avenidas de sonrisas optimistas y madrugadoras, con sus “buenos días” sosegados y su pulcra educación. Ya las calles no amanecen con las sombras de los árboles repletas de cantos tempraneros y de frutos silvestres no adulterados.
Hoy me di cuenta que ni los mirlos cantan, ni los niños corren, que los gritos de enojo simulan los malestares perpetuos y que mis pies tienen casi que volar para no pisar los desastres de la noche.
Hoy no ha llovido, ni mañana... Las calles seguirán sucias de desencantos y mentiras, las promesas se desvanecen con la sequedad del desierto, con la soledad del que espera y la impotencia del que escucha con las manos atadas.
Oí al hombre del tiempo con la esperanza de buenas noticias pero, mañana tampoco llueve, ni pasado, ni el otro, ni siquiera anuncian posibles borrascas por la zona, hasta los nublados se esconden ante tanta polución. ¿Cómo vamos a limpiar todo, cómo convencer al cielo que nos regale su llanto si ya no le quedan lágrimas?
Estupendo texto de descorazonadora visión de un presente que no nos gusta.
ResponderEliminarHas sabido transmitir la decepción de una forma magistral.
Solo espero que, dentro de muy poco, llueva.
Espléndida estampa. Pura poesía en prosa. Hondo contenido de una visión en apariencia, sólo en apariencia superficial.
ResponderEliminarNo son las calles de la ciudad (de tu ciudad, de tantas ciudades) las que tienen que recibir el agua de la lluvia para limpiarse (que también), sino que son las calles de nuestros corazones, de nuestros sentimientos, de nuestros sentimientos, de nuestras actitudes las que, me parece, están en tu escrito.
Me parece un texto fantástico.
Querida Inma, la degradación no está en las calles, sino en nosotros mismos, y mucho tendría que llover, para que ésto cambie.
ResponderEliminarUn texto magnífico para reflexionar.
Un abrazo.
A veces, ante tu reflexión excelentemente retratada, me pregunto si me estaré haciendo mayor yo, o si todo cambia a mi alrededor y el que no cambia soy yo... No se. Veo caras sorprendidas cuando entro en una tienda y digo buenos días y la gente se gira para preguntarse, y lo veo en sus miradas, ¿y éste?. Y sólo un puñado, los más mayores sobre todo, me miran con añoranza en sus ojos y responden a mi saludo con una sonrisa. Vivimos deprisa. Muy deprisa. Tan deprisa que hacemos digestiones rápidas de lo que nos rodea y devoramos. A veces, ni hacemos esa digestión. Necesitamos no una lluvia, sino un diluvio que arrastre lo sucio de las calles y los corazones. Genial tu texto, Inma. Me ha encantado.
ResponderEliminarMuchas gracias Ana, Amando María y Miguel Angel, me ruborizan vuestras palabras.
ResponderEliminarA veces nos pasan cosas que nos hacen darnos cuenta que la paciencia, la educación, los buenos valores, la sonrisa etc, etc se van perdiendo, que ya no saludamos sólo por agradar, que ya no disculpamos sino que peleamos por cualquier nimiedad.
Buenos que contemplamos demasiada polución en nuestro día a día, y eso no es bueno.
Un texto que estampa la cruda realidad del medio urbano de estos tiempos, en el que el futuro es seco. Se presenta así para las futuras generaciones. ¿Quién es el culpable de este deterioro? Un abrazo
ResponderEliminarNo recuerdo aquella ciudad que dices de rocios y sonrisas. La propia condición de ciudad es contraria a esos sustantivos. Debes estar hablando de otra cosa. De todas maneras soy de la convicción de que nada es sino como uno lo quiere ver. De lo que tengo de deducir que tienes una seria afección del alma.
ResponderEliminarRiforfo Rex, cuanta razón tienes en que "nada es sino como uno lo quiere ver". La misma ciudad, en basi al momento visitada" y sobre todo al político que la gobierna, cambia mucho.
ResponderEliminarEl estado del ¿alma?, nos hace ver nuestra ciudad.
Inma, nuestra escritora prolífera, no paras.
Riforfo Rex te aseguro que mi alma está perfecta y aunque no lo creas mi vista también. Debes ser muy joven para no haber vivido épocas mejores en nuestro pueblo, nuestra ciudad, nuestro país y nuestro mundo. Estoy con FranCo en lo de la política que ahora nos está ahogando y mucho, está llena de polución.
ResponderEliminarExcelente evocación de la desesperanza con la que hemos empezado el siglo, tendremos que invocar a la lluvia, ¿alguien sabe cómo hacerlo?
ResponderEliminarDesencanto, nostalgia, pesadumbre, indignación. Un texto que grita, y denuncia la indiferencia, la insensibilidad, ¿la corrupción?; un texto para la reflexión, un texto espejo en el que resistimos contemplarnos. Enhorabuena Inma.
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