La penumbra. Luces de colores. Amarillos, rojos, verdes, azules... Intermitentes. Centelleantes. Cuerpos bamboleantes, pivotantes. Golpes de bajos. Altos. Estridentes. El alcohol ya es anestesiante y los sentidos conscientes de Carmela no son ni sentidos ni conscientes. Carmela ya es puro instinto.
Carmela presiente que ahora si es Él lo que busca. Lo que lleva buscando desde que perdió lo que nunca ha tenido. Un sábado más apura sorbos negros al tubo de cristal. Bailes cada vez más insinuantes, rozantes, casi turbantes. Bailes y monosílabos ininteligibles por debajo del nivel de la música tronante. Cuando los sentidos inconscientes están a flor de piel, las palabras ya no son necesarias para decir lo que se quiere.
Vuelan los dos de la mano a posarse en el nido de Carmela. Un pico aquí. Otro allí. Besos y caricias iniciales, tentantes, dan paso a los abrazos. Abrazos atenazantes. Lametones húmedos. Vuelve Carmela a buscar, por enésima vez, aquello que perdió y que nunca ha tenido: en el dorso, en el pecho, en la entrepierna. Su tiempo acaba y busca. Busca y busca, rebusca. Los cuerpos ya desnudos comienzan a sudar por los embates pélvicos y lúdicos. Ahora sí los sentidos son totalmente inconscientes. Sólo queda pura rabia animal. Las uñas de Carmela crecen cinco, diez centímetros más para clavarse en Él, en un último intento por encontrar bajo su piel aquello que perdió y que nunca ha tenido. Vencida ya de tanto buscar y buscar, jadear y lanzar alaridos, caen los pellejos convulsos en el nido. Otra vez vacío.
El sol entra por la ventana a saludar a Carmela. Desnuda. Sola. Su cabeza no es suya. Un café la trae de vuelta. Un café que remueve convulsa para olvidar lo que ha sucedido. No volverá a ocurrir. ¿Otra vez?.
Buen relato.
ResponderEliminarTexto maduro. Texto que partió del nido de los principiantes. Texto que te picotea. Texto que hace que mis alas de pájaro lector batan para aplaudirte.
ResponderEliminarUn saludo pa´ Carmela
Lo más probable es que vuelva a ocurrir.
ResponderEliminarUn cambio de registro maravillosamente adecuado para este relato desesperanzado y valiente.
ResponderEliminarMe ha removido por dentro.
Chapeau, Miguel Ángel
Me ha gustado mucho Miguel Angl, como vas haciéndonos sentir por dentro.
ResponderEliminarTodo es desconertante en Carmela y nos lo transmites sabiamente. Ah! y volverá a suceder.
ResponderEliminarBesos Miguel Ángel.
Gracias a todos. Me alegra haber hecho sentir cosas.
ResponderEliminarSeguramente volverá a ocurrir. He pretendido pintar, en esta ocasión en la piel de Carmela, a quienes se aferran a un clavo ardiendo, en las relaciones, en el trabajo,... sin plantearse si es eso lo que realmente quieren. Y terminan bajo la machacona voz del arrepentimiento, con el dedo gordo hinchado de tanto tropezar. A mí me ha pasado...
Ay, Carmela. Me ha gustado el relato, sobre todo, la primera parte en la que prima la musicalidad de las palabras. Será porque me gusta la poesía
ResponderEliminarEstoy con Dácil, pura poesía, palabras que re-suenan, que truenan, parece oírse hasta la música estridente, repetitiva. Volverá a ocurrir... me temo. Buen texto, Miguel, un beso.
ResponderEliminarGracias Dácil y Ángeles. Me alegra que el efecto que buscaba de que las palabras hicieran resonar música tronante en vuestras cabezas lo haya conseguido. Efectivamente, Ángeles: me temo que le volverá a ocurrir.
ResponderEliminarNot just that, you can indulge in additional operates although wearing this.
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