26 febrero, 2011

La visita

La vibración del móvil en el bolsillo del pantalón le hizo trasladar sus pensamientos a la pasada noche. Le recordó la agitación nerviosa que sentía en sus entrañas cuando se preparaba para la visita.
Se dio un cálido baño con las sales perfumadas que la invitaban a respirar hondo para inundarse, por dentro y por fuera, del olor que desprendían. Se cubrió con el aceite corporal dejando caer una gota por su cuello y viendo cómo recorría despacio su pecho hasta la punta firme y prieta de su pezón. Se quedó un rato observándolos en el espejo. Sabía que sus pechos eran su arma más sensual. Despertaban un ansia y un deseo difíciles de controlar y las caricias ajenas eran recibidas con generosidad, contagiando al resto del cuerpo.
Cogió el último sujetador que se había comprado, estaba ávida de sexo. Se puso una blusa fácil de quitar, colocó unas sábanas limpias en la cama y esperó su llegada.
El timbre le aceleró el corazón. Abrió la puerta y una simple ojeada le confirmó que
 la noche sería jugosa. Le besó la mano con un gesto elegante, aguardando con una rosa escondida la primera palabra que rompiera el hielo. Se acercó hasta su cara y le susurró lo atractiva que la encontraba acariciando con la tersa flor su provocativo escote.
No hizo falta preludios, ni copas. Las manos de él se deslizaron por los botones de la blusa que desabrochaba con suavidad y sin titubeos. Dejó sus senos expuestos a los suculentos bocados que la llevaron a rendirse sin defensa a su figura.
Fuerte, sus manos grandes la agarraban fuerte, la acariciaban invitándola al delirio. Su sexo se colaba por cada resquicio de su cuerpo. Su imaginación se convirtió en un continuo deleite de apetito carnal.
Él la miraba, miraba sus ojos, sabía cómo hacer que ella se sintiera única, cómo hacerla creer la más ansiada, la más sabrosa.
No recordaba una noche igual. En tantos años de matrimonio nunca había experimentado un placer tan intenso y tan fuera de control.
Mereció la pena por sólo setenta euros.
Texto e ilustración: Inma Vinuesa

9 comentarios:

  1. Una buenísima inversión. Y con rosa incluida. ¿Crees que nos dejará el teléfono del chico?
    Un relato muy sensual.
    Has disparado mis fantasías. Lo he disfrutado mucho.
    Gracias, Inma

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  2. Barato me parece a cambio de tanta sensualidad derramada. Yo lo pagaría... si tuviera necesidad, que no.

    Me ha encantado del texto como nos lo has ido dando a pequeñas cucharadas, entrando poco a poco hasta, como dice Ana, "disparar fantasías".

    Buen texto, Inma, para empezar el fin de semana, que al librarnos de la tensión del trabajo, deja resquicios para liberar los sentimientos atenazados.

    Un abrazo,

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  3. El texto, magnifico Inma, pero siento un regusto amargo. Es lo que tienen las historias, que a veces ofrecen un final inesperado.
    Muchos besos para tu sur.

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  4. ¡Qué va a ser de mí que no sé dibujar!
    Inma, Pilar A, FranCo, ilustran de maravilla y yo aquí que no sé ni como se coge un lapicero.

    El relato me parece lleno de sensualidad y suave erotismo. Para hacernos pensar a unas y a otros.
    Disfrutar del cuerpo de otra persona a cambio de dinero, es la prueba evidente de que ciertos impulsos no se pueden contener.
    Y lo dejaré aquí, pues entraríamos en un debate complicado.

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  5. Caray, Inma. Escribir y dibujar -que suerte y que envidia. En cuanto al texto, cargado de sensualidad y con un giro final que me ha dejado realmente sorprendida.

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  6. Estupendo, Inma, tentadora sensualidad derramada por toda la escena. Que sí, ¡qué son setenta euros!

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  7. Gracias a todos llevo varios días que el tiempo me come y no he podido pararme un momento a echarle un vistazo al blog. Si os digera que ha sido un ejercicio que nos han mandado a hacer para un taller literario ¿que os parece?

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  8. Ufff. Para un rato que encuentro, voy y leo esto en mi trabajo... Esto no se me hace, Inma, que me queda mucha jornada encerrado aquí. Por lo demás, un gran ejercicio literario. Sensualidad y buen precio. Besos

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  9. Para textos sensuales eres la reina, me ha gustado. Menos mal que se trata sólo de un ejercicio, hasta miedo da saber a cuánto llegaría la oferta .

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