05 febrero, 2011
Mil quinientas veces... Dos mil veces
¿En qué momento entraste dentro de mí y te adueñaste de mi cuerpo?. Repaso una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez los últimos quince días y no encuentro ese instante de descuido para maldecirlo. Mil quinientas veces... dos mil veces...
Me has acompañado una semana entera abrasando mis sienes y rayando mis ojos que no han cesado, ni cesan de llorar sinsentido.
Solos.
En silencio.
Sin poderlo evitar.
Sin voluntad.
No te ha bastado con los largos días en los que con saña te cebabas con mis intestinos, incapaces ya de retenerme por dentro y ni con mi cuerpo que parece roto en mil pedazos. Te has empeñado, además, cada noche desde aquel maldito día, en venirme a visitar interrumpiendo mis sueños, golpeándome fuerte en el pecho, sin tregua, insistiendo en cambiar esa leyenda escrita en cientos de tratados que predicen que me abandonarás, como mucho una semana después de habernos conocido.
Maldigo ese momento en que nos presentaron sin darme cuenta. Lo maldigo mil quinientas veces... Dos mil veces...
Mierda de mal.
Mierda de gripe.
Texto: Miguel Ángel Brito
Narración: La Voz Silenciosa
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Empieza como una historia de amor...
ResponderEliminarBravo Miguel Ángel.
¡Genial, Miguel! ¡Qué poética y productiva infección viral! Una forma muy elaborada de venganza, con palabras, los virus no pueden hablar. Por eso aunque se reproducen con facilidad (eso sí, destruyendo a otros), acaban extinguiéndose, se mueren de puro aburrimiento...
ResponderEliminarBesos
A esto se le llama ir in crescendo, Miguel Ángel. A esto se le llama conseguir que la intriga crezca en el lector y que acabe con una sonrisa por esa vuelta de tuerca final.
ResponderEliminarEsa gripe acaparadora... Estupendo texto.
ResponderEliminarGracias a todos por vuestros comentarios,
ResponderEliminarCatherine: Al protagonista no le queda otra que desea que esa historia de amor nunca hubiera ocurrido. El pobre... Gracias por leerme.
Ángeles: cierto. "Se mueren de puro aburrimiento...". ¡Tú si que eres Genial".
Amando: Tú tienes mucho que ver en ese efecto. Cada día aprendo de ti. Muchas gracias!
Dácil: Gracias Dácil. La gripe es acaparadora y parece que se ensaña con unos cuerpos más que en otros. ¿Por qué será?.
Tarde, pero no por ello menos menos alegre con tu texto, (no con la puñetera gripe). Me ha gustado mucho, aunque cuando siento decirte que en cuanto nombraste la saña contra las tripas, se me iluminó la bombillita.
ResponderEliminarMuchos besos, van en perfecto estado de salud!
Miguel Ángel nos sorprende con esa relación de amor odio que termina siendo una enfermedad ¡La gripe! Luego se nos queda este texto en la mente, provocando cortocircuitos y caemos en la cuenta ¿Entonces... enamorarse es casi como una gripe? No, pero también se suele superar pronto, a no ser que no se cure bien.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Gracias Isolda y Marcos.
ResponderEliminarIsolda, lo de las tripas era una pista muy buena, pero aún así corrí el riesgo. Gracias por los sanos besos que me has mandado.
Marcos, en efecto a veces las relaciones con algunas personas suelen convertirse en una gripe, y de las malas, de las que tardan en curarse. Muchas gracias por leerme.
Entraste en mí y te adueñaste de mi cuerpo: nada más claro para describir una infección generalizada `pero, prejuzgamos al leer. Asíel autor puede jugar con las inmensas posibilidades de la palabra "adueñarse".
ResponderEliminarDe paso nos hace caer en la cuenta de que amar no es ser propietario ni propiedad de nadie.
Muy logrado Miguel Ángel.
Lo siento Miguel Ángel, no he podido disfrutar tu texto como merecía, porque mi vista se desplazó primero hasta las dos últimas frases y me destrozó la sorpresa final. Una jodienda.
ResponderEliminarEs un texto que crece, te atrapa, te confunde para llevarte hasta el final de la mano... Un texto para disfrutar.
El texto va penetrando poco a poco e in crescendo como dice Amando, y ahora, ¿Qué hago yo con esta maldita gripe?
ResponderEliminarÁngeles: "adueñarse", ¡qué palabra!. Tienes razón en eso y en lo de que "amar no es ser propietario ni propiedad de nadie". Otra frase célebre para La Esfera. Me gusta. Te lo tomo prestado. Gracias por leerme.
ResponderEliminarFranco: ¿sabes que pensé no ser tan explícito con el texto?. Pero al final lo puse... "un texto para disfrutar" es de los mejores elogios que se pueden recibir. Muchísimas gracias.
Isabel: Lo mejor es: Cama y mucha paciencia. Muuucha paciencia... Un abrazo.
Ay, Señor, lo que me he reído al final, cuando me he dado cuenta de quién era el des-amor del prota...
ResponderEliminarMuy bien llevado. Me ha encantado.
Gracias Ana. Me alegro haberte sacado una sonrisa gracias a este des-amor del que tantos ves todos los días. Un abrazo enorme.
ResponderEliminarJoer -con perdón-, me ha pasado como a FranCo: que me he ido al final directamente, como si de un periódico se tratara (que los empiezo por el final, cosas de loca sin remedio).
ResponderEliminarAnalizando el porqué de mi impaciencia llego a la conclusión de que como el texto comienza y sigue por senderos tan trillados deduje, erróneamente, que sería otra historia de desamor. Mea culpa, supongo.
Anabel
Dejémoslo en vez de en "mea culpa" en "nostra culpa". Razón llevas con el trillado, pero buscaba el contraste con el final como efecto. Un abrazo
ResponderEliminar