-¡No estoy loca! Me quiero ir de aquí.
-Señora, necesita tratamiento. Usted no puede pasear por la calle en bragas, una tarta con velas y globos de colores...
-¡Es mi cumpleaños!
-Pero con ochenta y dos años no está bien. Su conducta está alterada.
-Ya lo hice cuando tenía veinte y todos admiraron mi osadía, originalidad, ¡mi culo!... Todos, todos quisieron sumarse a mi fiesta. ¡Mire esta foto!
-Ahora, con su edad, es un atentado a la vista.
-Sí, pero aún sigo sola.
Texto: Francisco Concepción Álvarez
Narración: La Voz Silenciosa
Narración: La Voz Silenciosa
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Hay que reconocer que es original la historia... pero de cumpleaños!!!
ResponderEliminarEso sí con un cierto desfase, jaja.
Besos.
Todavía me río, por Dios, Francisco, qué ocurrencia. Bien. Un abrazo
ResponderEliminarEl que tuvo, retuvo. Seguro que la Señora estaba todavía de buen ver , al menos ese era su deseo y su sensación. Bien por ella que quiere seguir celebrando lo mismo que a los veinte, por lo menos no tiene marido que se lo impida...
ResponderEliminarSe es joven por dentro, así que : gracias por el aviso FranCo, lo intentaremos.
Un abrazo. A.
Pues siento no estar de acuerdo con vosotras... El micro es muy bueno, en eso sí estamos de acuerdo.
ResponderEliminarPero a mí me produce tristeza.
El mínimo objetivo de la vida (evitar la soledad) sin haber sido conseguido.
Esa última frase "Aún estoy sola", me ha roto la sonrisa. Me parece un gran micro, Francisco. Bravo.
Excelente FRancisco. En pocas líneas, locura, añoranza, soledad,...
ResponderEliminarEstupendo Francisco. Agudo y ocurrente.
ResponderEliminarComo dice Miguel Ángel, no has tenido que dilatar el texto para acentuar lo senil, la soledad y la nostalgia. Muy bueno.
Me has recordado a la pobre Liz Taylor. Esa añoranza de diva que acompaña toda la vida aunque la persona se resista a que las carnes, irremediablemente, el cuerpo. La añoranza de tiempos pasados de gloria.
ResponderEliminarMe quito el sombrero ante ti me parece una genialidad los que has hecho con esta foto.
De qué manera nuestra mente puede distorsionar nuestra imagen corporal y espiritual.
ResponderEliminarMe ha conmovido.
Un abrazo
También te felicito la ocurrencia: quizá no sea demencia lo que achaca a la señora, la soledad también es muy "achacona". Triste final.
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