07 marzo, 2011

Dedos de cristal

Michel se frotaba las manos para mantenerlas calientes, a salvo del frío invierno del pueblo de Cliousclat, a las faldas de los Alpes Franceses.  Sus dedos eran los únicos que podían hablar de sus sentimientos encerrados en su frágil, enfermo y pequeño cuerpo deforme y a medio hacer:  13 años y apenas 80 cm de estatura y 18 kg de peso.
Desde el camerino del teatro donde se celebraba el festival, escuchaba a los músicos tocar en el escenario. 
-Son buenos- salió como un susurro de sus labios.
-¿Saldrá bien?- se preguntaba.
El piano se había convertido en su vida desde que con cuatro años su padre lo sentó en sus rodillas y puso por primera vez sus dedos sobre el teclado. Nunca lo pudo olvidar. De fondo, en la radio sonaba The Feeling of Jazz de Duke Ellington. Le encantaba. Aporreó el piano y ese día sintió que ese sonido lo acompañaría toda la vida. Se lo propuso hasta que hizo que su padre le comprara uno. Uno de verdad. Un piano que su padre tuvo que adaptar para que sus cortos pies llegaran a los pedales. Ese sonido, venido de las entrañas del instrumento, había entrado en su interior a través de sus dedos, y su cuerpo no sería capaz de retenerlo dentro. Tendría que volver a salir convertido en virtuosos arpegios y escalas cromáticas.
-Michel, ¿estás listo ya?. Es la hora- La voz de su padre le trajo de vuelta al frío. ¿Hacía frío o estaba nervioso?. Ya no sabía qué sentía.
-¿Saldrá bien, papá?-.
Su padre lo rodeó con sus brazos con cuidado de no romperlo. 
- Cierra los ojos, Michel. Cierra los ojos y sólo toca- le dijo.

Los aplausos indicaban que el momento había llegado.
-Vamos. Tu turno-
La sala que albergaba el festival, llena de miradas curiosas, se tornó en un murmullo cada vez más intenso, mezcla de curiosidad, horror y pena cuando lo vieron andar con dificultad por el escenario de la mano de su padre. Al llegar al piano lo tomó en brazos y lo subió al taburete sobre el cual se sentó.
Michel cerró los ojos y posó sus dedos de cristal sobre el teclado. Y tocó. El escenario se llenó de acordes de color que dieron paso a una melodía cálida, tropical, que derritió los hielos sobre las cabezas del público. Sus dedos hablaron y el mundo calló. Calló para oir al Genio.
(Michel Petruccianni (1962-1999) a pesar de haber nacido aquejado de una enfermedad altamente limitante denominada osteogénesis imperfecta, conocida comúnmente como huesos de cristal, superó sus limitaciones físicas para tocar el piano con maestría y convertirse en uno de los grandes referentes del jazz).




10 comentarios:

  1. Enhorabuena, Miguel Ángel, por este extraordinario relato, tan bien escrito, que nos habla del triunfo de un ser humano que tiene que demostrar que lo es. Fatalidad y genialidad se mezclan para darnos una lección sobrecogedora.

    Un abrazo
    Marcos Alonso

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  2. Gracias Marcos por tus palabras. Efectivamente, tal como comentas, esa fuerza por demostrar lo que eres es la mayor de las fortalezas. Y no tiene que ver con tu cuerpo, sino con el trabajo, el genio y la confianza. Siempre ha sido para mi motivo de admiración.

    Os recomiendo echar un vistazo e este video. Está en inglés con subtítulos en francés. A pesar de esa dificultad, francamente vale la pena verlo. Nos da una visión de la dimensión profesional y humana de este pequeño gran hombre.

    http://www.youtube.com/watch?v=vzDS42wyHGw

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  3. Admirable el coraje de Michel para demostrar ese gran talento encerrado en su pequeño cuerpo.
    Y admirable tu forma de contarnos esta sobrecogedora historia.
    Saludos.

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  4. Me ha hecho sentir muy pequeñita ante la grandeza de una voluntad y un talento extraordinarios. Y tan bien contada...
    Mis respetos, Miguel Ángel.

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  5. J... Al ver la fecha de nacimiento como que me he sentido espetado por algo. No sé.
    Ante esto qué cuentas (y de qué manera tan buena) ¿qué decir? No somos conscientes de nuestra fortuna y no nos damos cuenta de aprovechar todas nuestras potencias.

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  6. catherine7/3/11, 23:11

    Gracias Miguel Ángel por recordarme con un texto a la vez lleno de cariño y de admiración este gran pianista de jazz. Al principio pensaba en los alfareros, es lo que hacen en Cliousclat, vasijas de barro. Pero también tienen este festival.
    Tuve la suerte de escuchar a Petrouche alrededor de una piscina cerca de Grenoble, en una noche estrellada de verano. Ya tenía unos treinta años y llegaba al escenario llevado por un gran afrícano escultural, toda una puesta en escena. Pues olvidabamos todo, sólo quedaba la magia de sus improvisaciones.

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  7. Muchas gracias. Les contaré otra historia: primero lo escuché. Me lo enseñó un amigo sin decirme nada sobre quién era en realidad. De aquella obra, Brazilian like (os la recomiendo) me atrapó su virtuosismo. Luego cuando vi algún video suyo y leí un poco sobre su vida, me atrapó su personalidad y determinación para vencer sus limitaciones.

    María José: El coraje y la ambición son los motor que mueven el talento. Eso vale para todo en la vida.

    Ana: Tú si eres grande.

    Amando: Siento la coincidencia del 62... Efectivamente. Somos afortundados.

    Catherine: No sabes la envidia que me das al haber podido oirlo en directo. Un fuerte abrazo

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  8. Impresionante, y es increible lo que pasa por la cabeza de uno al escuchar y ver una persona como Michel.Imaginas el esfuerzo, el sacrificio, la superación... sobre todo la sensibilidad tan alta que lo envuelve.

    Gracias Miguel Ángel por mostrarlo y poder disfrutar de su especial música.

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  9. Genial, Miguel, una maravilla hacer algo con lo que se tiene, o con lo que se puede, o incluso con lo que no se tiene. Estupendo.

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  10. Gracias Dacil y Ángeles. Míchel nos enseñó que no todo es nacer. El Genio se hace. Se hace, como bien dice Ángeles, incluso con lo que no se tiene. Creyendo, se superan todos los obstáculos.

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