Debido a los comentarios surgidos en mi entrada del pasado 22 de frebrero ("El don de la genialidad") y como prolongación de la cuestión allí tratada, me he visto en la obligación de haceros llegar este nuevo texto, que será publicado en dos partes.
"La capacidad sobresaliente de los genios para admirar el mundo y cambiarlo con su acción está fuera de toda duda. Los genios perciben sensaciones y desarrollan intuiciones con una maestría admirable. Pero ante semejante suceso hay que preguntarse qué hubiera sido de los grandes genios si no hubieran dedicado su vida a su obra, es decir, si no hubieran gozado de una desmesurada capacidad de trabajo. Mozart murió antes de cumplir los cuarenta, debido al enorme desgaste físico y psicológico que le supuso su ingente producción musical y mi admirado Miguel Ángel destrozó su espalda en un intento titánico por dar forma pictórica a La Creatio, en aquel techo que aún nos maravilla.
Sin embargo desde un punto de vista exterior, ignorante y atrevido, siempre se soluciona el conflicto etiquetando a todos estos hombres con la palabra "genio". Casi mecánicamente se argumenta: "...es que Dalí era un genio...", "...es que Beethoven era un genio...", "...es que Cervantes era un genio..." y por supuesto que lo eran. Alabamos su maravillosa actitud y acción ante la vida, pero también nos gustaría resaltar que todo eso no hubiera sido posible sin una gigantesca capacidad de trabajo. Estos genios dedicaron toda la vehemencia de su voluntad a erigir algunas de las más hermosas y verdaderas obras que jamás hayan sido creadas por nadie en ningún lugar. "
"La capacidad sobresaliente de los genios para admirar el mundo y cambiarlo con su acción está fuera de toda duda. Los genios perciben sensaciones y desarrollan intuiciones con una maestría admirable. Pero ante semejante suceso hay que preguntarse qué hubiera sido de los grandes genios si no hubieran dedicado su vida a su obra, es decir, si no hubieran gozado de una desmesurada capacidad de trabajo. Mozart murió antes de cumplir los cuarenta, debido al enorme desgaste físico y psicológico que le supuso su ingente producción musical y mi admirado Miguel Ángel destrozó su espalda en un intento titánico por dar forma pictórica a La Creatio, en aquel techo que aún nos maravilla.
Sin embargo desde un punto de vista exterior, ignorante y atrevido, siempre se soluciona el conflicto etiquetando a todos estos hombres con la palabra "genio". Casi mecánicamente se argumenta: "...es que Dalí era un genio...", "...es que Beethoven era un genio...", "...es que Cervantes era un genio..." y por supuesto que lo eran. Alabamos su maravillosa actitud y acción ante la vida, pero también nos gustaría resaltar que todo eso no hubiera sido posible sin una gigantesca capacidad de trabajo. Estos genios dedicaron toda la vehemencia de su voluntad a erigir algunas de las más hermosas y verdaderas obras que jamás hayan sido creadas por nadie en ningún lugar. "
Como siempre, interesante y acertada reflexión, Rubén.
ResponderEliminarSaludos
Suscribo, firmo y rubrico cada palabra...
ResponderEliminarComo dijo un poeta:
"Que la inspiración te pille trabajando"
No hay otra
Ana J., gracias por tu lectura. Me alegra saber que mis textos provocan esas reacciones.
ResponderEliminarSaludos.
Armando, pues ahí seguimos, esperándola sin descanso...
ResponderEliminarSaludos.
Verdades como puños. Casi se podía hacer una fórmula matemática: Talento+Voluntad+Trabajo=Genio. Sin la voluntad ni el trabajo, el Talento no produce ni evoluciona. Se estanca y no pasa de ser flor de un día. Espero la segunda entrega Rubén.
ResponderEliminarMiguel Ángel, interesante forma de ver el asunto, el cual obviamente no puede reducirse a fórmulas matemáticas, pero entiendo el mensaje de tu comentario.
ResponderEliminarA lo largo de la semana publico la segunda entrega. Ya está escrita.
Saludos.
Muy buena y certera reflexión.
ResponderEliminarEspero impaciente la segunda.
Esperaré a la segunda entrega.
ResponderEliminarUn saludo
Muy interesante reflexión, Rubén. Yo, aún , me pregunto si la genialidad se debe a la perfección, a la originalidad o al reconocimiento. Si no se dan estas premisas, puede que la laboriosidad y la constancia no den sus frutos. Por ejemplo ¿qué será de aquellos "pregenios" que aún no son reconocidos, que están muertos literariamente hasta que nacen o resucitan? La oportunidad o la casualidad es necesariamente un ingrediente de la genialidad.
ResponderEliminarSiempre he dicho y he podido comprobar que aquellos que resultan sobresaliente en algo, en el resto de actividades son mediocres tirando a muy malos. Al mejor de los pianistas no lo pongas en casa a realizar bricolaje o a diseñar páginas web. Al mejor futbolista no le exijas que pinte, componga música y elabore la mejor cocina. Los genios sobresalientes en sus facetas suelen ser consecuencia de dedicar toda su energía y vida a una sola actividad.
ResponderEliminarRecordemos nuestra época de estudiantes. ¿Los de matrícula y sobresaliente eran buenos deportistas? ¿Los más ligones eran los mejores estudiantes?
Reflexión mía muy casera, pero verdadera como la vida misma.
Inma, Montxu, el miércoles cuelgo la segunda parte.
ResponderEliminarMarcos, eso precisamente es lo que tratamos de averiguar con estas reflexiones: ¿En qué consiste la genialidad? Tal y como yo entiendo el asunto, la genialidad es algo real que no tiene nada que ver con el reconocimiento. Se trata más bien de una capacidad de acercamiento a la perfección que se refleja en el buen hacer de sus creadores. No se puede ser genio sin talento, como tampoco se puede crear una gran obra sin laboriosidad. Respecto a los “pregenios” de los que nos hablas puedo decirte que según mi manera de entender el asunto, se puede ser un genio e incluso crear una magnífica obra sin llegar nunca a tener reconocimiento alguno. Ahí el defecto radica en la escasa capacidad humana para apreciar lo grande. Los hombres nos hemos caracterizado en múltiples ocasiones por no saber apreciar lo genial. Como se ha podido comprobar en repetidas ocasiones a lo largo de la historia necesitamos del proceso madurativo de asimilación que se deriva del paso del tiempo, juez supremo, para apreciar ciertas obras. Y en cualquier caso, ser genio no tiene nada que ver con ser reconocido, y muy especialmente en algunas materias muy concretas, donde las obras de un creador puede que ni tan siquiera lleguen a ser conocidas durante la vida del propio creador.
ResponderEliminarFranco, tu reflexión es muy certera, pero el quid de la cuestión está en la excelencia que consiguen en su materia los grandes genios. Si fuera tan fácil como dedicarse a una materia en exclusiva y destacar bestialmente por ello, habría muchísimos más genios de los que realmente hay. Pero en eso reside precisamente una de las grandes características de la genialidad: su particularidad, y precisamente por eso son tan admirados los grandes genios. No creo que porque alguien se dedicara toda la vida única y exclusivamente a esculpir pudiera llegar a ser un Rodin.
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