El viejo, fatigado por el esfuerzo, abanica el aire con sus manos curtidas. Tras una pequeña pausa retoma su tarea. Empapa el pincel en la pintura rosa que convertirá ese minúsculo trastero en la tierna habitación de una niña. Piensa amenizar las paredes con cenefas y cuadros infantiles; quizás también con un póster de un bello paisaje que simule una ventana. Entonces, cuanto lo tenga todo listo, saldrá a buscar una nieta.
Texto: Sara Lew
Lo que parecía la espera ilusionada se revela una soledad honda. Sin embargo, el anciano no se resigna a la desesperanza.
ResponderEliminarMagnífico!
Excelente, sí. Y la segunda lectura, la del anciano capaz de cualquier cosa, incluso del rapto, es estremecedora.
ResponderEliminarEnhorabuena y abrazos
Tal como comenta Rocío: desde el título te envuelven las dos caras de la historia, la de la soledad y la de la esperanza en llenar esa habitación ahora sola. Sorprendes mucho en tus micros. Este, al igual que el anterior, muy muy bueno.
ResponderEliminarEs el segundo texto en pocos días, Sara, y no sé con cual quedarme. Como dice Rocío y ratifica Miguel Ángle, ante este uno puede pasar de la ternura al terror en pocos segundos... Claro que también puede ser a la inversa... (A mí me pasó a la inversa).
ResponderEliminarLo genial de los micros es que a veces psiconalizan a los lectores.
Es verdad que es un micro con varias lecturas, como todas las situaciones de nuestra vida. Gracias por vuestros comentarios, y a La Esfera Cultural, por publicarlo.
ResponderEliminarUn saludo.
Segundo micro, magnífico. Eres capaz de mucho en muy pocas líneas. Enhorabuena Sara.
ResponderEliminarUn micro simplemente perfecto. Poco puedo añadir a lo ya comentado: soledad, esperanza, ternura y terror. Disfrutamos con su lectura hasta que nos asalta ese final, dejándonos en la reflexión, como si fuera un eco infinito del micro.
ResponderEliminarPor algo tiene que comenzar el abuelo. El caso es que el abuelo tampoco ha tenido hijos. Pero esa es otra historia.
ResponderEliminarHola Sara. Personalmente, al leerlo, he visto a ese anciano en una lucha por cambiar lo que nunca obtuvo. Una infancia de felicidad y bien estar. Una infancia rodeado de cariño y amor donde su llegada fuese un regalo. Tal vez por reflejar al personaje en mis padres, ahora abuelos, los imagino, como fue, en una guerra y posguerra de miseria y pobreza donde había todo menos la posibilidad de disfrutar de una habitación como la que planea. Un desquite hacia lo que nunca pudo ser y siempre deseó.
ResponderEliminarEnhorabuena por el micro, como siempre, un regalo de tu esencia y sensibilidad.