"Con esto no queremos decir que todo se deba única y exclusivamente al esfuerzo particular, pero sí hay que señalar que a la hora de evaluar a las grandes creaciones se han de tener en cuenta todas y cada una de las dimensiones que propician la aparición de dichas maravillas. Sería un error quedarnos solamente con la peculiaridad que supone la genialidad. No hemos de caer en la falsa imagen de representarnos al genio como la figura de un iluminado al que todo le viene dado. Hay que saber advertir inteligentemente el lugar del esfuerzo personal en ese conjunto de trabajo. Hay que saber "ver" el esfuerzo personal del genio en su propia producción.
Picasso afirmaba con rotundidad que si la inspiración tenía que bajar, que lo cogiera trabajando y Hegel sostenía firmemente que la filosofía no consistía en otra cosa que en "el esfuerzo del concepto". Muchos de los genios más grandes de los que hemos gozado siempre han resaltado en sus pensamientos la trascendencia incansable de su esfuerzo, e incluso la frustración y desazón que llegaban a sentir por no acertar plenamente en su trabajo a pesar de sus ingentes esfuerzos. Por ello en una sociedad como la nuestra, cada vez más acostumbrada a la obtención de resultados rápidos sin esfuerzo alguno, sería importante atender de manera preeminente a la importancia del esfuerzo. Como vemos incluso el genio, ese ser desmesurado que parece no necesitar de su voluntad para alcanzar sus metas, ha de trabajar. De hecho, muchas de las más excelsas y maravillosas obras que conocemos no hubieran sido posibles sin el esfuerzo titánico que le supusieron a su creador."
Picasso afirmaba con rotundidad que si la inspiración tenía que bajar, que lo cogiera trabajando y Hegel sostenía firmemente que la filosofía no consistía en otra cosa que en "el esfuerzo del concepto". Muchos de los genios más grandes de los que hemos gozado siempre han resaltado en sus pensamientos la trascendencia incansable de su esfuerzo, e incluso la frustración y desazón que llegaban a sentir por no acertar plenamente en su trabajo a pesar de sus ingentes esfuerzos. Por ello en una sociedad como la nuestra, cada vez más acostumbrada a la obtención de resultados rápidos sin esfuerzo alguno, sería importante atender de manera preeminente a la importancia del esfuerzo. Como vemos incluso el genio, ese ser desmesurado que parece no necesitar de su voluntad para alcanzar sus metas, ha de trabajar. De hecho, muchas de las más excelsas y maravillosas obras que conocemos no hubieran sido posibles sin el esfuerzo titánico que le supusieron a su creador."
¿Y la oportunidad? Más de una vez a supuesto una desgracia para la humanidad. Pensaba en aquel joven al que no le dieron una oportunidad y no lo dejaron ingresar en la academia de Bellas Artes. Fue una de las mayores tragedias. Se llamaba Adolfo, Adolfo Hitler.
ResponderEliminarBueno creo que no es un buen ejemplo.
Muy buen post Rubén.
..."Hay que saber "ver" el esfuerzo personal del genio en su propia producción"... ¡Cuánta verdad en esta frase!. Quizás en esto radica la esencia de la inmortalidad de la obra del Genio.
ResponderEliminarMuy oportuno tu post, Rubén. Sobre todo por lo que comentas al final de esta sociedad del "click", que se queja de que el ordenador tarde 0,005 segundos más que ayer en que se abra una página de internet. La sociedad del estímulo/respuesta, pero "respuesta inmediata".
Marcos, curioso tu comentario. La oportunidad no tiene mucho que ver con la genialidad, aunque sí con la posibilidad del reconocimiento.
ResponderEliminarSaludos.
Miguel Ángel, me tientas a hablar de la lentitud y el carácter de esta sociedad que va tan alejada de lo realmente importante, pero creo que lo dejaré para otra ocasión.
ResponderEliminarSaludos.
Rubén. Déjalo para más adelante si quieres. Pero hazlo. Hazlo, por favor. Un saludo
ResponderEliminarMiguel Ángel, no puedo resistir una petición realizada con tanto interés. En breve la podrás leer.
ResponderEliminarSaludos.