Si estás leyendo estas palabras, ya habrás visto la foto que las acompaña. Quizás ahora mismo hayas vuelto a mirarla, entre perplejo y sorprendido, esperando que te explique.
¿Sabes? El 3 de septiembre fue nuestro aniversario, sí, el día desde el que no nos vemos y no te respondo. Supongo que esa noche esperabas encontrarme a la misma hora de siempre, pero lo cierto es que yo había hecho otros planes, llevo un tiempo haciéndolos, desde que tu voz casi es un susurro y tu mirada nerviosa se pierde por encima de la pantalla. Sabía que tú no me ibas a contar qué pasaba y yo… yo me descubrí pensando en tenernos, en tocarnos, en una vida juntos.
Llegué a tu ciudad drogada de nervios. No te puedes imaginar la cara del taxista mientras le contaba lo nuestro. Recuerdo que me dijo que ya empezaba a envidiarte y que yo le sonreí.
Después, frente a la puerta de tu casa, me extrañaron las carreras infantiles pero finalmente llamé. Una niña rubia me dijo que, cuando su papá estaba en el despacho, no podía molestarle; después me pidió que la dejase soplar las velas, pero yo me negué. Cuando cerró la puerta, creo que ambas habíamos empezado a llorar por los deseos que sólo serían eso.
Volví a mi hotel en metro, anestesiada de dolor y le pedí a un japonés que me hiciese la foto que ves, la que acaba de mandarme, la foto de la noche en que supe que conmigo sólo habías hecho tiempo hasta que la cena estaba lista y tu hija, tan rubia, asomaba la cabeza y te decía: “Ya está, papi”.
Y ahora, y ya para siempre, ni tú ni yo sabremos como es la piel del otro. Nunca.
Texto: Luisa Hurtado González
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Pues estamos bien...
ResponderEliminarY es que es tan malo hacerse ilusiones... Y no hacérselas es anestesiarse contra el deseo de alcanzar la felicidad. Dicotomias.
Saludos,
Anabel
¡Pobre chica!
ResponderEliminarPero ese hombre al que viene a buscar, muy claras no debió dejar sus intenciones ni iba por derecho porque, por muy iluso que alguien sea, las expectativas siempre tienen una base de realidad. Sobre todo si la celebración del evento se plantea tan "a lo grande".
En cuanto a la foto ¿Qué ves?, es verdad que está provocando tristezas y melancolías pero ¡tan diferentes!.
Buena idea Luisa. Un abrazo de Á.
Muy buen relato, Luisa.
ResponderEliminarSeguimos con la melancolía, ese patetismo al que se refiere Catherine, ese movimiento hacia el dolor, la melancolía, el dolor...
Me pareció imposible la foto cuando la vi. Veo que está dando mucho juego, y no sólo a mí.
ResponderEliminarUn beso y gracias.