"Albóndigas de marisco con salsa de berberechos, sobre emulsión de mostaza, aceite de oliva virgen y finas hierbas"
Leído así, en la lujosa Carta, no sonaba especialmente atractiva la propuesta culinaria. Sin embargo, hice acopio de valentía y arriesgué pensando que, en un día de disfraces, nada suele ser lo que a simple vista aparenta .
Leído así, en la lujosa Carta, no sonaba especialmente atractiva la propuesta culinaria. Sin embargo, hice acopio de valentía y arriesgué pensando que, en un día de disfraces, nada suele ser lo que a simple vista aparenta .
Tampoco el aspecto del plato elaborado incitaba al consumo inmediato pero algo, presente en los colores y vapores que llegaban a mi vista y a mi olfato, estimuló de lleno la producción de jugos gástricos.
Con placidez voluptuosa pues, besé la redondez de las doradas bolitas con mis labios carnosos, antes de que desaparecieran definitivamente en la humeda cueva de mi boca, donde, evitando usar incisivos y caninos para no estropear su forma delicadamente esférica de una dentellada, fueron deshaciéndose suave y mansamente, regalándome sabores marinos de agua salada , alma de crustáceos, algas insinuadas y el lejano recuerdo de los bivalvos de la Costa de la Muerte. La agradable sensación de los sentidos fue prolongándose mientras, blandamente, la sustancia comestible impregnaba las papilas gustativas, fundiéndose con lengua y paladar, para mantener el delicado y sugerente equilibrio entre los diversos mares y la tierra.
Deglutido el manjar, mientras lentamente se deslizaba por la garganta, el sabor y el aroma del enebro me iban elevando a estratos superiores.
Con placidez voluptuosa pues, besé la redondez de las doradas bolitas con mis labios carnosos, antes de que desaparecieran definitivamente en la humeda cueva de mi boca, donde, evitando usar incisivos y caninos para no estropear su forma delicadamente esférica de una dentellada, fueron deshaciéndose suave y mansamente, regalándome sabores marinos de agua salada , alma de crustáceos, algas insinuadas y el lejano recuerdo de los bivalvos de la Costa de la Muerte. La agradable sensación de los sentidos fue prolongándose mientras, blandamente, la sustancia comestible impregnaba las papilas gustativas, fundiéndose con lengua y paladar, para mantener el delicado y sugerente equilibrio entre los diversos mares y la tierra.
Deglutido el manjar, mientras lentamente se deslizaba por la garganta, el sabor y el aroma del enebro me iban elevando a estratos superiores.
Nunca tan poca materia alimenticia me había dado tanto juego. El vino ni lo nombro.
Si el vino era, por ejemplo, un Martín Códax, ya el efecto debió ser sublime. Nunca una albóndiga tan pequeña dio tanto de que hablar.
ResponderEliminarEnhorabuena por el texto. Babeo de puro placer.
Todavía no me he recuperado de la risa y mis lágrimas fluyen de mis ojos surcando las mejillas hasta introducirse en las fauces que saborearon también ese néctar que describes con singular elocuencia y provocadora ambigüedad.
ResponderEliminarERES GENIAL.
NANDO
Ese plato me ha resultado delicioso y además me ha sentado de maravilla. Supongo que con un Barbadillo haría un buen maridaje.
ResponderEliminarSi llevara ese restaurante, te pediría la reseña del plato, en serio.
Muchos besos que alimenten.
Estimada Angeles:
ResponderEliminar¡Esto no se hace!
Yo muerto de hambre a estas horas, con mi estómago chillando por saltarse la rutina de tantos años que más bien sirve para poco (y que sólo sorteo en días especiales como la presentación de un libro, o unas tapas en Zaragoza), y me encuentro com semejante descripción.
No y no y no... Esto no se hace. No sé si podré recuperarme en toda la noche...
Por no hablar de otras posibles sugerencias, como apunta Nando...
(Ah, el texto me gustó... como lo otro).
A ver, esas bolitas son buenas para el regimen hipocalórico?...Es que se acerca la Semana Santa y uno sólo tiene un traje negro y mestá un poco o un mucho estrecho...
ResponderEliminarUn abrazo con más jambre que un lagarto detrás de una pita.
Pd.- ¿Dónde fue...en el Norte o en el Sur?
Qué rebueno, Ángeles! Este texto es más jugoso, sabroso, apetitoso y oloroso que cualquier menú del más exclusivo restaurante.
ResponderEliminarMe voy a la cama bien satisfecha.
Un suculento abrazo
Nunca desprecies una albóndiga por no tener cuernos, decía el maestro de Kun-Fu.
ResponderEliminarLos grandes manjares vienen en raciones pequeñas. ¿Imaginas comerte un plato de caviar a cucharadas soperas?
Gracias por vuestros comentarios a este ejercicio literario que el día que comí en "El Faro" de Cádiz con unos amigos, queridos amigos, surgió durante unos segundos en mi cabeza como una posibilidad.
ResponderEliminarAyer al ordenar las fotos de una semana muy movida -Gadir, Málaga, Segovia- la imagen del plato retratado puso alas a mis dedos.
Un abrazo a todos Á.
Es la nouvelle cuisine, poco en el plato y muchos sabores mezclados, de mares y de la tierra.
ResponderEliminarLo paladeo contigo, Ángeles.No es un microrrelato (muy pocas palabras que dicen mucho)es una larga descripción de un plato minúsculo con todos los sentidos alertos .
Bravo.