Solía preparar el equipaje cuando el viento cambiaba de dirección. Sacaba con mimo sus vestidos del armario, y mientras tarareaba en voz baja, los iba doblando y encajando entre las viejas paredes de su maleta favorita. Le gustaba también meter dos o tres libros, algunos leídos y otros no, y un frasco pequeño de colonia que nunca usaba. Incluso a veces, cuando el tiempo lo permitía, cortaba unas flores del jardín y hacía un ramo pequeño que colocaba luego sobre la pila de ropa. Entonces sonreía satisfecha, se alisaba la falda, y antes de cerrar la maleta, le daba por añadir unos cuantos caramelos para por si acaso. Luego se sentaba en la mecedora y con un platito de pastas
en las rodillas, dejaba transcurrir la tarde.
en las rodillas, dejaba transcurrir la tarde.
Aquellos días, los que se alargaban en el tiempo, eran sus favoritos. Le gustaba pensar, mientras troceaba zanahorias en la cocina, que si se ponía el abrigo estaría lista para irse a cualquier parte. Nunca lo hacía, irse, pero le gustaba pensar en ello. Y mientras tomaba la sopa pensaba en si pesaría mucho o poco y en si le costaría arrastrarla por todos los lugares que quería visitar.
Quizás un par de libros más, o un sombrero, decía, metiendo la cuchara en el plato. Y el vestido azul. Sí, sin duda el vestido azul. Y entonces se levantaba, a medio comer, y corría hasta el cuarto para ampliar su maleta, para rebuscar en el armario y dar con aquellas cosas que de pronto le parecían indispensables. Y si no las encontraba, si por lo que fuera el vestido azul estaba en la cesta de la colada, rompía a llorar y ya no paraba hasta que llegaba la noche. Hasta que terminaba el ciclo y, por fin, un poco resignada, deshacía la maleta que con tanto mimo había preparado días atrás y volvía a su vida de siempre, a su sopa en el plato y a la sensación cruel de que nunca iría a ninguna parte.
Una historia preciosa, llena de melancolía y bien narrada; me ha llegado al alma.
ResponderEliminarUn beso Dara Scully?
Sí es realmente emotivo, y lleno de ternura.
ResponderEliminarhay muchos motivos para tener la maleta preparada, exilio, terremoto o catastrofe nuclear o tsunami o los tres motivos juntos. También hay la idea de ahora ya me voy. Que sea uno u otro motivo lo cuentas muy bien, enseñando que con el último a menudo siempre falta algo imprescindible en la maleta y ¡a comer la misma sopa! sin irse a ninguna parte.
ResponderEliminarMuy bueno texto, Dara.
PD: no entiendo el título, las margaritas. Será algo hispano-español, demasiado dificil para una francesa. No es un reproche, sólo que me gustaría entenderlo.
ResponderEliminarDara. Enhorabuena por tu texto. Muy bien llevado. Logras transmitir mucha melancolía como bien dice Isolda, por los sueños inclumplidos y la "prisión" diaria de lo cotidiano. Para cumplir los sueños hace falta algo que no todo el mundo tiene: pasión real y decisión para hacerlos realidad.
ResponderEliminar¡Gracias a todos por vuestros comentarios!
ResponderEliminarCatherine: el título hace referencia a las flores que corta ella en el jardín :)
Me la he imaginado como si fuera un a breve película, me gustó mucho.
ResponderEliminarUn abrazo
Un texto exquisito, tierno y entrañable que nos habla de lo cotidiano pero con una presencia casi amanazante: la maleta, el viaje..
ResponderEliminarGracias Dara por compartir con nosotros tan bello relato.
ResponderEliminarLa maleta preparada me hace pensar en la esperanza y en los sueños perdidos de muchas mujeres, que por circunstancias políticas, culturales, personales... se encuentran presas en su propia casa. No hay que ir muy lejos en el tiempo ni en el espacio para encontrarnos con este tipo de maletas desechas y vueltas a hacer.
Muy buena esta nueva Penélope.
ResponderEliminarAnabel
Espléndido relato. Enhorabuena!
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