- No, no me hagas esto, por favor... No te vayas ahora.
Su voz sonaba entrecortada y lejana, desde el fondo del pasillo del hotel que habían elegido para recuperar todo el tiempo perdido durante aquellos aburridos años. En la habitación 732 la pasión y el deseo rebosaban todavía por ambos lados de la cama, testigo mudo de aquella batalla de emociones incontroladas y secretos a voces. Pero ella, para su sorpresa, ya había tomado una decisión al respecto. Pulsó el botón de llamada del ascensor, respiró hondo y recogió su pequeña maleta. Con las lágrimas contenidas y el corazón tratando de salirse del pecho, tuvo apenas fuerzas para mirarle bajo esa luz tan tenue y le dijo:
- Debo irme; mi apuesta es demasiado elevada para perderlo todo en una sola mano... Y contigo mi partida estaba perdida desde el principio.
El timbre anunció la llegada del ascensor y para él fue como si hubieran convocado el fin del mundo. La vio desaparecer tras su puerta, tan bella y sensual como nunca y tuvo la sensación de que, a pesar de lo categórico de su afirmación, no iba a ser la última vez que estarían juntos.
Texto: Miguel Angel Diaz Fuentes
Su voz sonaba entrecortada y lejana, desde el fondo del pasillo del hotel que habían elegido para recuperar todo el tiempo perdido durante aquellos aburridos años. En la habitación 732 la pasión y el deseo rebosaban todavía por ambos lados de la cama, testigo mudo de aquella batalla de emociones incontroladas y secretos a voces. Pero ella, para su sorpresa, ya había tomado una decisión al respecto. Pulsó el botón de llamada del ascensor, respiró hondo y recogió su pequeña maleta. Con las lágrimas contenidas y el corazón tratando de salirse del pecho, tuvo apenas fuerzas para mirarle bajo esa luz tan tenue y le dijo:
- Debo irme; mi apuesta es demasiado elevada para perderlo todo en una sola mano... Y contigo mi partida estaba perdida desde el principio.
El timbre anunció la llegada del ascensor y para él fue como si hubieran convocado el fin del mundo. La vio desaparecer tras su puerta, tan bella y sensual como nunca y tuvo la sensación de que, a pesar de lo categórico de su afirmación, no iba a ser la última vez que estarían juntos.
Texto: Miguel Angel Diaz Fuentes
Probablemente. Buena historia y mejor título.
ResponderEliminarBesos desde mi sur al tuyo.
Buen texto, Miguel Ángel, ¿Qué sería de los encuentros si no fuesen precedidos de estas despedidas?
ResponderEliminar"Mi apuesta es demasiado elevada para perderlo todo en una sola mano"
ResponderEliminarCreo que esta frase es crucial en el micro, es la frase.
Enhorabuena Miguel Angel
Me ha hecho revivir escenas al más puro estilo de la comedia romántica de los años cincuenta.
ResponderEliminarLo mismo es una locura.
Si el amor no es pasional y destructivo, no se siente.
ResponderEliminarEl vértigo de apostar fuerte y a una sola carta. Es lo que hace que vuelen mariposas en tu vientre.
A veces las palabras, sólo sirven como escudo que no oculta la verdad. Seguro que continuará.
ResponderEliminarBuen micro.