A mi mujer no le gusta que le fastidie sus estrategias, pero esta vez no será como las anteriores. Quisiera creerla, pero ya nada es lo mismo desde que utiliza esa excusa tan poco convincente: “volveré tarde; he quedado con unas amigas para ir de compras…” Es una buena ocasión para derribar su ego y minimizar su arrogancia. Me plantaré delante y, tras su mirada de asombro e incredulidad, le diré con voz pausada: “No te imaginas lo que me duele el constatar que te avergüenzas de mi desde que tuvimos el accidente…” Hasta sería capaz de darme la vuelta y volver caminando. El problema es la silla de ruedas…
Texto: Miguel Ángel Díaz Fuentes
¡¡¡Qué duro y corrosivo!!!
ResponderEliminarMe ha gustado.
¡Uff! Muy fuerte. Un final contundente que invita a reflexionar.
ResponderEliminarUn saludo.
Buen desarrollo. Brillante final que obliga a la imaginación a rellenar el resto de la historia. Enhorabuena Miguel.
ResponderEliminarVaya historia, amigo. Con o sin silla, la dejaría plantada sin miramientos. Lo siento, pero tenía que decirlo. A pesar de mi enfado, me ha gustado mucho.
ResponderEliminarBesos Miguel Ángel.
Me alegra volver a leerte en la esfera. Relato duro pero,realista. En ocasiones nos avergonzamos de cosas que pueden recaer en nosotros mismos.
ResponderEliminarYo tuve un profesor que trabajaba con lesionados medulares que nos decía: Recodar siempre que todos somos minusválidos en potencia, no sabemos que nos depara el futuro.
Buen micro
Directo a donde duele la conciencia. Excelente micro Miguel.
ResponderEliminarInma y en una ocasión yo llegué a escuchar: "Yo no te cuidaré si estás en una silla de ruedas" Afortunadamente esa persona está muy lejos de mí. No de otros.
ResponderEliminarCuanta razón tenía tu profesor.
Miguel, este texto no me parece un texto novelado, me parece un texto real. Corto e intenso, como han descrito anteriormente.
Buen texto que invita a reflexionar sobre uno mismo.
ResponderEliminarUf, menudo final.
ResponderEliminarEstupendo.
Anabel
Algo parecido cuenta Manolo Summers en una anécdota, solo que en su caso no era verdad , con lo que tofo quedaba en una broma macabra y no en un micro estupendo.
ResponderEliminarUn abrazo. A.
Impresionante, doloroso.
ResponderEliminarMe ha hecho recordar una canción de Joan Baptista Humet, "Yo no podría vivir sin ti", solo que todo lo contrario.
Enhorabuena.