Me fijé en él, sentado en la mesa de al lado. Daba pequeños sorbos a una copa de tinto aromático que acompañaba con media ración de buen jamón. Un perfume pasó a nuestro lado taconeando elegante y altivo sin reparar en nosotros. Él siguió su olor, olfateando hasta extraer la última gota de esencia deseando atraparla entre sus manos y sentir su tacto. Cuando se alejó del lugar, él arqueó las cejas y suspiró mientras sonreía. Bebió otro sorbo de la copa, que paladeó con deleite. El sabor del vino y el aroma recién atrapado, seguro que formaban una excitante mezcla
en la que recrearse. Incluso, quién sabe si la ensoñación de una experiencia en la que seguir jugando en la noche. Pidió la cuenta. Dejó una buena propina y se levantó. Tomó su bastón y se dirigió golpeteando los adoquines en dirección al paso de peatones a esperar que el piar del semáforo le indicara que podía cruzar. Yo me quedé sentado en la mesa un instante más recordando la espectacular mujer que había pasado a nuestro lado. No recordaba su olor, sino sus piernas esbeltas y el pelo castaño y ondulado. Oí el piar verde del semáforo, volví la vista hacia él y lo vi desaparecer calle arriba. De camino a casa, no podía dejar de pensar: ¿en qué soñarán los que no pueden ver?, ¿en qué soñarán?
en la que recrearse. Incluso, quién sabe si la ensoñación de una experiencia en la que seguir jugando en la noche. Pidió la cuenta. Dejó una buena propina y se levantó. Tomó su bastón y se dirigió golpeteando los adoquines en dirección al paso de peatones a esperar que el piar del semáforo le indicara que podía cruzar. Yo me quedé sentado en la mesa un instante más recordando la espectacular mujer que había pasado a nuestro lado. No recordaba su olor, sino sus piernas esbeltas y el pelo castaño y ondulado. Oí el piar verde del semáforo, volví la vista hacia él y lo vi desaparecer calle arriba. De camino a casa, no podía dejar de pensar: ¿en qué soñarán los que no pueden ver?, ¿en qué soñarán?
Me ocurre algo semejante, es un sentimiento de empatía, extremadamente angustioso.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho esta historia, Miguel Ángel. La respuesta la tienes ahí en la primera parte. Son los demás sentidos los que ayudan a ver, a veces más profundamente que los videntes.
ResponderEliminarUn beso de sal marina.
Miguel Angel simplemente me quito el sombrero ante este texto lleno... lleno de sentido/s
ResponderEliminarMagnífica recreación de sentidos y sensaciones.
ResponderEliminarUno casi siente que el ciego es quien sale ganando...
Enhorabuena, Miguel
Un abrazo
Aina: angustioso. Deliciosamente angustioso. Gracias por tu comentario.
ResponderEliminarEfectivamente, Isolda: En la primera parte está la respuesta. Me imagino su sueño flotando en una especie de fluido denso, oloroso y cálido.
Inma: muchas gracias. Un hermoso piropo para mi texto.
Ana: Creo que sí. El que escribe se llevó menos del fugaz encuentro que el ciego.
A veces en los sentidos se encuentra un sinsentido...
ResponderEliminarME ha gustado mucho Miguel!
Un saludo!!
Muchas gracias. Me alegro que te haya gustado.
ResponderEliminarSí, creo que será el ciego que paradoxalmente tendrá la mejor visión en sus sueños.
ResponderEliminarMagistral y sensual, Miguel Ángel.
Repito lo que escribí en tu blog al leer este micro:
ResponderEliminarBuen micro, Miguel Ángel.
Nosotros siempre pensando en que algunas carencias humanas son invalidantes, y en algunas ocasiones, nosotros mismos, acaso por comodidad, hayamos cegado a nuestro cerebro otras percepciones que también nos llegan, como si no existieran y nos perdemos hermosos sueños con fragancias, sonidos, texturas y sabores como protagonistas. :)... Si tenemos cinco sentidos, por qué no usamos todos?
Cada vez que le leo más me gusta.