21 julio, 2011

Fiaca de estado


Gime el despertador, o eso me ha parecido. Doy un brinco y alargo el brazo hasta los confines del velador y lo apago con energía. Todo se ha quedado en silencio, son las seis de la mañana. Por un instante me he preguntado - ¿Y si no me levanto?- ¿y si me quedo un poco más con Morfeo? Seguro que no ocurriría nada. Me siento tan agotado, tan harto de todo, que veinte minutos de sueño me proporcionaría un día mucho mejor.
Me doy la vuelta hacia el costado izquierdo y me agarro pesadamente a la cama, tratando de licuarme con el colchón y de disfrutar del aplazamiento de veinte minutos que me acabo de otorgar. Cuando me levante, con no afeitarme y desayunar en el bar, habré recuperado el tiempo empleado en el sueño. Se está muy bien en la cama, escuchando pasar el segundero
en el reloj de la habitación adyacente, quebrantando el orden impuesto de un horario firme por una conciencia demasiado intolerante, en treinta y cuatro años nunca he llegado tarde, salvo hecatombe, a ningún lugar. Por el contrario, como si fuese un títere, me ha movido hasta hacerme llegar demasiado temprano a todos los sitios.
Pero hoy quiero vengarme.
Busco el despertador con la mano, le doy al botón que lo ilumina, y verifico que son todavía las seis y cinco, que me quedan quince minutos hasta la hora de levantarme. ¡Que deleite! . Me estiro, lleno de aire mis pulmones y me dejo caer como un peso muerto sobre las sabanas, mi victorioso campo de batalla. No quiero pensar en nada más, tan solo quiero bajar los párpados y dejar que el sueño me conquiste, me venza , mientras no sean las seis y veinte en el reloj. Escucho las pisadas del vecino de arriba, el agua fluye en su cuarto de baño, ya se debe estar duchando, como hace todos los días, lo que significa que son las seis y media . ¡Me había quedado dormido! Hasta mis oídos llega el soniquete de la radio y me digo que tendría que levantarme ya, que todavía tendría tiempo para darme una ducha y llegar a la oficina a mi hora. Pero algo tira de mi, hacia la dulzura del sueño...
Son las siete y media y continuo en la cama, masticando el cansancio y la invalidez para moverme del catre. Peso como la tierra y no tengo la más mínima intención de moverme, ¡así me muera! Cuando van a dar las once y estoy apunto de levantarme para pedir cita telefónica en mi centro de salud, un crujido metálico me saca de mis reflexiones, estiro la mano y lo apago de un manotazo. Ya son las seis de la mañana. ¿Me levanto o no?.

Texto: Michel Manuel Canet
Narración: La Voz Silenciosa

14 comentarios:

  1. ¿No has estado en mis sueños esta madrugada, verdad? Miedo me da pensar que alguien ha escrito algo tan similar a lo que me ha pasado... Desde las seis hasta las siete menos diez deseando que el despertador no sonara, pero al tiempo sabiendo que sonaría...
    Eso de quererse licuar con el colchón me ha encantado.

    ResponderEliminar
  2. No lo sé Amando, aunque tal vez esto que os cuento suela suceder cada día. Muchas gracias por todo Amando, un placer.

    ResponderEliminar
  3. Pues yo no sé qué tiene este cuento, pero me ha prendido hondo. Es tan mío, que también podía haberlo escrito, si supiera hacerlo así de bien. Esta noche lo leo en la voz silenciosa. Espero no estropearlo.

    ResponderEliminar
  4. Será un verdadero placer y un auténtico lujo que puedas leerlo.
    Muchas Gracias.

    ResponderEliminar
  5. Michel, que triste es nuestra vida, que solo veinte minutos de ella nos parece un gran tesoro.
    Hoy a mí no me ha pasado lo que a Amando, descaradamente sonó el despertador y con dos c... me levanté dos horas después.
    Estoy aprendiendo. El mundo sigue girando. Y al final acabaremos todos en el mismo lugar. Viejos y muertos, si nos caemos antes de él.

    ResponderEliminar
  6. Describes muy bien esa sensación de no querer levantarse, ese sueño que parece realidad.
    Saludos

    ResponderEliminar
  7. Esos sueños atormentan. También los he tenido y cuando te despiertan, te encuentras agotado de tanta pelea contigo mismo. Me ha encantado. Besos.

    ResponderEliminar
  8. Está estupendo el relato, pensaba que el hombre estaría muerto, o enfermo, pero no, el reloj biológico ganó. Saludos

    ResponderEliminar
  9. catherine22/7/11, 0:11

    Me encanta este relato. Ningún reloj me puede despertar excepto cuando tenga una cita importante. Lo que me despierta es la voz de un niño que me llama a mí o a cualquier ser que le pueda ayudar en sus pesadillas u otras necesidades. Es que no tengo horario fijo desde hace mucho tiempo, es una suerte.
    Muy bueno y lo espero otra vez contado por la Voz Silenciosa.
    Enhorabuena,M.C.

    ResponderEliminar
  10. De nuevo, muchas gracias a todos por colaborar.
    Esfera, aun estoy vivo pero con un terrible sueño atrasado, hoy he vuelto a dormirme.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  11. La historia de mi vida...
    Afortunadamente, mañana es sábado...
    Me ha gustado mucho.
    Por cierto, ¿qué significa "fiaca de estado"?
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  12. Enhorabuena. Texto con muchos recovecos. Eso es lo que creo que lo hace tan interesante, amén de que a todos en alguna ocasión nos ha pasado. Lo describes tal cual se siente. Me han gustado muchas cosas: "...mi victorioso campo de batalla...", "...por una conciencia demasiado intolerante...", "...licuarme en el colchón..." ¡Muy bueno!

    ResponderEliminar
  13. Averigüé lo que significa "fiaca"!!!
    Algo así como "no me da la gana de hacer nada y no lo voy a hacer"
    Hay que tener amigos hasta en el infierno...

    ResponderEliminar
  14. Ana, Miguel Ángel muchas gracias por vuestros comentarios. ¡Nos vemos en el averno!

    Un abrazo a todos.
    Michel.

    ResponderEliminar

Gracias por contribuir con tus comentarios y tu punto de vista.

Los componentes de La Esfera te saludan y esperan verte a menudo por aquí.

Ésta es tu casa.