Hace días que no escribo, borroneo pero no intuyo. Lo intento sin desmayo. Miro, indago, pero no encuentro nada. No soporto este pulso infame, esta lucha fratricida. ¿He perdido la imaginación en el sendero de las sombras? ¿Me habré enemistado con la fantasía? ¿Se expatriaron las quimeras? Me siento extraño, en otro cuerpo, en otra existencia. ¿Dónde están los delirios, las princesas, dónde los unicornios alados? Es tan difícil entender que han desaparecido las palabras, que han abdicado los fonemas, que las imágenes se han velado. Me percibo acorralado por mi propio espejismo, convertido en solitario náufrago de mis deseos. Los sueños ya no me sobrevuelan, no gorjean en mi nido, sólo resuenan graznidos que profetizan noches imperecederas. Tal vez ya no queden historias por fabular, ni cuentos que contar, quizás la ficción y la realidad son la misma cosa. Ahí fuera llueve nada, llueve miedo,
llueve sangre. Transitar por el alambre, funambulista en el precipicio del fracaso, hecho trizas de ponerme a prueba, de este examen perpetuo, de perseguir descalzo, exhausto, el hedor del éxito, el olor de la suerte. Subsistir en el vórtice del desconcierto convertido en un ermitaño de ilusiones, desnudo, auscultando la luna gris garabateando la intemperie. Los ojos obstruidos y el abismo de la mirada indagando la línea del horizonte, que se escapa como un reloj que avanza desbocado. Tal vez ser el problema o sólo parte de la solución. Colegir que la vida algunas veces tiene razón: se derretirán las nieves, alboreará un nuevo día, se encenderán las pupilas apagadas, sanarán los sueños malheridos, regresarán las historias, las leyendas y los cuentos. Volver a ser un gigante. Cuando despierte seguiré allí.
llueve sangre. Transitar por el alambre, funambulista en el precipicio del fracaso, hecho trizas de ponerme a prueba, de este examen perpetuo, de perseguir descalzo, exhausto, el hedor del éxito, el olor de la suerte. Subsistir en el vórtice del desconcierto convertido en un ermitaño de ilusiones, desnudo, auscultando la luna gris garabateando la intemperie. Los ojos obstruidos y el abismo de la mirada indagando la línea del horizonte, que se escapa como un reloj que avanza desbocado. Tal vez ser el problema o sólo parte de la solución. Colegir que la vida algunas veces tiene razón: se derretirán las nieves, alboreará un nuevo día, se encenderán las pupilas apagadas, sanarán los sueños malheridos, regresarán las historias, las leyendas y los cuentos. Volver a ser un gigante. Cuando despierte seguiré allí.
Texto: Xavier Blanco
Narración: La Voz Silenciosa
Lo bueno de las sequías es cuando terminan con una lluvia purificadora. Llegará.
ResponderEliminarAdemás de subrayar la opinión de Isabel, quiero decir que esa misma sensación que nos describes con todos sus matices, es la misma que en muchas ocasiones me asalta. Quizá después de una época tan fecunda, como la este verano (y cualquiera puede comprobar lo que digo si visita el blog de Xavier http://xavierblanco.blogspot.com/),se hace neceario un periodo más reflexivo. Además, aunque muchos no lo crean, las vacaciones suelen ser el mejor periodo para escribir.
ResponderEliminarIsabel, gracias por el comentario. Seguro que el otoño nos trae nuevas lluvias de creación.
ResponderEliminarAmando, cuánta razón tienes -como siempre-. El verano ha sido fecundo, todo empezó con aquel relato, congelando la rutina, guardando la prisa, escondiendo el tiempo...y sin rutina y sin prisa la musa campó a sus anchas...ahora han vuelto -la prisa y la rutina, y el maldito tiempo que nos oprime-y se han instalado...espero que caigan como las hojas de los árboles, que emigren como las aves a otros parajes, espero...
Gracias a los amigos de La Esfera por publicar este relato y a todos vosotros por leerlo.
Excelente, amigo. Los sueños, las ideas y las palabras para expresarlos siempre estarán ahí. Sin embargo, que no cunda el pesimismo; el hecho de escribir este texto ya os contradice.
ResponderEliminarBesos de los que esperamos ahí para leeros.
De acuerdo con Isolda. Muy buen texto, describes de forma magistral una sensación que muchos hemos tenido. Enhorabuena.
ResponderEliminarEstá claro, Xavier, que tu PERSONAJE está bloqueado y sin inspiración porque lo que eres tú...
ResponderEliminarHas plasmado de forma magnífica lo que de tanto en tanto -o de poco en poco- nos pasa a más de uno.
Chapeau!!
¡¡¿Qué dices?¡¡ Qué pasa entonces con lo que acabas de escribir? Acaso estás bien despierto y no lo sabes?. Ya quisiera yo momentos de sequía como estos. Un abrazo Xavier, desde este lado del alambre: precipicios no nos faltan.
ResponderEliminarXavier, el comentario hecho por La Esfera es mío, de Ana J. Cabezaloca.
ResponderEliminarYo sí que ando fuera de combate...
Un abrazo
Gracias Isolda, Ana, Yolanda e Isabel.
ResponderEliminarAna J. hay días que me cuesta diferenciar el autor de los personajes, desde que me caí por el precipicio de las letras no hay forma de recuperar la posición bípeda, sigo ahí envuelto en un vendaval de palabras, que me arrastran.
Yolanda, gracias por tu comentario.
Isolda, tienes razón, es una contradicción "ser el problema o parte de la solución". Una contradicción permanente.
Isabel, siempre me pregunto que debe ser eso de caminar con los pies en el suelo, con lo bien que está uno en el alambre, en el precipicio. Tengo un amigo que lo consiguió, pero me ha dicho que el suelo también se mueve.
Un abrazo.
Más que un texto, con esa exquisita voz narrativa que Xabier nos ha mal acostumbrado, es un grito desgarrado, que compartimos todos los que nos gusta este vicio de escribir, y en el que nos preguntamos ¿dónde estarán mis musas? que diría Manolo Escobar. Es curioso que no siempre llueva a gusto de todos. En mi caso, y a diferencia de lo que dice Amando o el propio Xabier, mi verano es seco en todos los sentidos y mi cerebro se cuartea aún más de lo que está. Por el contrario cuando se acaban las vacaciones y comienzo a oir los primeros truenos que anuncia la tormenta, cuando brotan los arroyos para convertirse en avalanchas de lodos y tensiones, y el estrés nos electrocula como un relámpago, es entonces cuando surge alguna que otra chispa que provoca el vomito sobre el papel. De todas formas hay que estar atentos, por poco que cojamos la pluma el músculo se mueve como por arte de magia, prueba de ello es este genial texto de Xabier. Enhorabuena.
ResponderEliminarComparto todos y cada uno de los comentarios. Añado un aplauso antes de volver a leerlo otra vez.
ResponderEliminarUn saludo y enhorabuena
Xavier, también tengo ganar de leer un relato o una historia creada por ti. Un abrazo
ResponderEliminarMarcos, CDG, Dácil, gracias por los comentarios. La musa es tan caprichosa que no atienda a modas estacionales, ni los calores del verano, ni siquiera las sombras del otoño la embelesan, es muy suya.
ResponderEliminarComo dice Marcos, está ahí agazapada, sólo hay que tener los ojos abiertos, y el corazón, y la mente, y las manos, y los oídos, hay que sentir, pensar, ver, tocar, oler...y después ya nos saldrá algo, y lo plasmaremos en un papel y lo compartiremos.
Un abrazo a todos,