La niña enferma, de Edvard Munch |
Uno a uno, cayeron todos en sus desvelos por cuidarla. Las largas noches de hospital y la atención constante a las súplicas de la impedida fulminaron aquellas naturalezas fuertes.
Desolada, recuperó la salud para no marchitarse ante la vigilancia lánguida de quienes, por sus oficios, no vibraban con el apasionamiento necesario que requería su postración.
Texto: Isabel Martínez Barquero
Narración: La Voz Silenciosa
Cuanta fuerza negativa tiene la enfermedad. A su paso no solo marchita al enfermo, sino a cualquier primavera que florezca a su lado.
ResponderEliminarBienvenida otra vez a La Esfera Isabel.
Así es, amigos. Este micro pone de relieve esa carga negativa de la que algunos enfermos se imbuyen agotando a todos los que tienen alrededor.
ResponderEliminarGracias por acogerme otra vez en vuestra estupenda página.
¡Cuánta razón tienes! En determinadas ocasiones, el enfermo tiene la capacidad inconsciente de convertirse en una especie de extractor de la salud de quienes tiene cerca. Buen micro.
ResponderEliminarEs bien cierto, estimado Amando.
ResponderEliminarGracias por tus palabras.
Supongo que responde a la necesidad que tienen algunos enfermos de culpabilizar a los demás de su enfermedad. En este breve además la enferma tiene mala sangre, no acepta el cuidado de los profesionales. Micro reflexivo sobre el carácter de algunas personas.
ResponderEliminarAsí es, Ximens, una enferma que sólo quiere torturar a su familia y allegados.
ResponderEliminarGracias por tu interesante comentario.
Se puede entender de este modo, con toda la maldad que surge o resurge en ciertos enfermos. Me hace pensar también en las largas enfermedades incurables que consumen o matan a los familiares.
ResponderEliminarExcelente micro sobre un problema de actualidad.
Disculpas. Soy la ánonima.
ResponderEliminarCatherine, estoy de acuerdo. Creo que muchas veces esa maldad es inconsciente, pues con el sufrimiento el enfermo se compadece, se cree con derecho a todo por su mal y tiraniza a los de su alrededor.
ResponderEliminarGracias por tu amable comentario.
¡Qué manera de rizar el rizo!
ResponderEliminarImpresiona, pero sí, hay personas como la enferma que describes. La pintura de lo más acertada.
Besos, Isabel
De forma consciente o inconsciente, muchas veces la enfermedad no lo es solo del que la padece sino de quienes tienen que hacerse cargo de su bienestar.
ResponderEliminarMuy aguda tu reflexión. Enhorabuena.
Gracias, Isolda, por tu comentario. También me parece que le va mucho esta pintura.
ResponderEliminarAmigos de La Esfera, eso mismo que decís es lo que pienso. Cuando entra la enfermedad en una casa, no sólo enferma al enfermo, sino a todos los que lo rodean.
Gracias, una vez más, por acogerme en La Esfera.
La eterna enferma... y todos los que se lleva por el camino. Buenísimo. Saludos
ResponderEliminarMe encanta encontrar a Isabel por ahí. Me gustaría también, alguna vez, encontrármela cara a cara. Me parece una persona maravillosa y sus textos están llenos de sentimientos puramente humanos. Los abrazo y me gustó la estética del blog.
ResponderEliminarDacil, gracias por tu agudo e ingenioso comentario. Que conste que lo comparto absolutamente.
ResponderEliminarAmigo Cuervo, me sonrojas, pero me gustan tus palabras. Será que halagan esa zona interna que, más que vanidad, es satisfacción de sentirse querida. Sabés que también te quiero.
Describes algo, desgraciadamente muy real, con muy pocas palabras y mucha precisión. Me ha gustado.
ResponderEliminarGracias, Yolanda. Es alentador que llegue lo que una escribe.
ResponderEliminarun buen relato Isabel, con un final que me ha sorprendido.
ResponderEliminarHa sido un placer leerlo.
Un abrazo
Elena
Buen micro, realmente cuando entra la enfermedad en una casa, de alguna forma parece que se extiende a todo. Aunque en este caso la enferma parece muy "borde"
ResponderEliminarBesitos
Elena y Elysa, gracias por vuestras amables palabras. Me pone muy contenta que os guste.
ResponderEliminarEn cuanto al final, no es extraño en la vida cotidiana, al menos conozco dos casos, jajaja.
Besos.
Un cuento estupendo que me ha recordado un estupendo corto: "La madre", de Miguel Bardem, con Javier Bardem y Pilar Bardem (y música de Juan Bardem).
ResponderEliminarNo he visto ese corto, Rafael; pero, con los Bardem al completo, seguro que será una delicia digna de disfrutarse.
ResponderEliminarGracias por tu amable comentario.
Un abrazo.
En Youtube lo encontrarás.
ResponderEliminarUn saludo,
Rafael.
Gracias, Rafael. Para allá voy.
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