21 octubre, 2011

Los hombrecillos


Dicen que los grandes seres que gobiernan el mundo, a veces, se reúnen en secreto en algún lugar del espeso bosque. Llegan desconfiados y temerosos de que los descubran, recelando de los otros, mostrándose hostiles y agresivos, como si tuvieran miedo. Cuando rebasan la puerta principal, se quitan sus pieles y se descubren, para luego salir del interior de sus titánicos cuerpos unos miserables hombrecillos desnudos, temblorosos y asustadizos, de grandes ojos que sobresalen de sus pálidos rostros enfermizos.
Ya en el interior de la humilde casita de madera, bajan por una larga rampa, moviéndose torpemente, chocando
unos contra los otros y emitiendo pequeños gruñidos, como si fueran una manada de ratas desorientadas. En la oscuridad, el silencio parece adormecerlos hasta que se oye la débil voz de uno de ellos, que inicia una especie de plegaria que repiten los demás intermitentemente, provocando un murmullo que se vuelve ensordecedor a medida que rezan cada vez más rápido, casi gritando, a la vez que despiden un olor nauseabundo que ilumina todo el espacio, hasta que, casi al unísono, comienzan a vomitar una especie de jugo verdoso muy espeso con babosas flemas ensangrentadas.
El lugar se vuelve fangoso e irrespirable. Es entonces cuando, precipitadamente, salen exhaustos  y jadeantes de allí, con sus estómagos vacíos, y, tras ponerse sus enormes disfraces, se mueven entre ellos violentamente, como si estuviesen bailando una danza guerrera, mientras que, a modo de lamentos  emiten, abriendo exageradamente sus fauces voraces, unos rugidos atronadores que se extiende por todo el planeta, tras lo cual comienzan a correr en todas las direcciones, dispuestos a devorar el mundo y saciar nuevamente su codicia desmedida.


Narración: La Voz Silenciosa

17 comentarios:

  1. Casi me ha llegado el olor y qué decir de su aspecto... con la foto que acompaña el relato es como si los tuviera cerca. Muy imaginativo, da para un corto. Enhorabuena.

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  2. Marcos, qué buena historia para referirse a los desaprensivos que mueven los hilos de este planeta. Voraces, sí que son muy voraces, y nunca se sacian.
    Un abrazo.

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  3. Parece una historia como de cuento de hadas, tal y como arranca, y poco a poco va entrando en el lector una desazón que le introduce en el pánico. No son nadie esos malditos -apenas gritan como ratas- pero son insaciables y lo que es peor nos tienen 'acongojados'

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  4. Marcos, me encanta ese juego entre "titánicos cuerpos" y "miserables hombrecillos", entre "hostiles y agresivos" y "temblorosos y asustadizos". ¡Genial! Descriptivo y revelador. Sus decisiones, tan impulsivas, tan carentes de coherencia, son productos de sus miedos. Sus miedos a no poder seguir saciando su hambre de poder. Enhorabuena

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  5. Al navegar por el mar literario los lectores siempre llegan a las islas como náufragos, deseosos de encontrar agua, comida y un lugar donde pasear la mente. Es muy difícil que ocurra, pero este relato esa excepción. Por lo que representa y dice, y cómo lo dice.
    Por ello, Marcos Alonso, aplausos y te debo una cerveza.

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  6. Eres el genio de la metáfora, de las descripciones envueltas en mensajes de realidades demasiado latentes. Te echábamos de menos Marcos, no tardes tanto en volver a escribir en la esfera.

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  7. Lúcida y certera radiografía de estos seres que no son leyenda. Puedo ver claramente lo nauseabundo de sus alcantarillas, el jugo viscoso del dinero subiendo por las sucias venas del poder, los intestinos atestados y abyectos y el hedor es insoportable. Qué gozada leerte. Un abrazo

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  8. Gracias Yolanda por el comentario. Creo que en algunos post, como en este caso, el mensaje que se transmite llega tanto por el texto como por la imagen adjunta. Dudé en poner otra, de una reunión de banqueros o gente poderosa, con la cual se hubiese entendido más fácilmente el texto; sin embargo, ésta creo que te hace pensar más.

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  9. La Literatura es un lugar donde nos podemos evadir pero también reencontrar la más dura de las realidades, es más podemos utilizarla como terapia pra expresar nuestro incoformismo y nuestro desprecio ante las situaciones injustas. Isabel y Amando tienen toda la razón, esos hombrecillos son unos desapresivos y unos miserables!!

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  10. Gracias, Miguel Ángel. Es curioso como el miedo, a veces, convierte a su víctima en verdugo. De hecho la Historia está llena paranoícos que se convirtieron en los mayores criminales de la Humanidad.

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  11. Muchísimas gracias por tus palabras, Ximens, aunque me cueste creerlas. Lo que si no me costará aceptar es esa cerveza que me tomaré en tu nombre.

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  12. Gracias Inma, sé que en parte tus palabras llevan el sello de una amistad y aprecio mutuo. Sin duda es un placer estar aquí entre amigos, compartiendo y aprendiendo, aunque sea a escondidas (de hecho no quiero mirar a mi derecha, sé que tropezaría con una montaña de exámenes).

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  13. Gracias Isabel por tu comentario y por esa rotunda descripción del poder económico.

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  14. Me gustaría pensar que esos hombrecillos son alienígenas o seres fabulosos solo recordados a través de las leyendas y los cuentos de viejas. Pero, tristemente, me parece que los tenemos muy cerca.
    Espeluznante, terrible. Y muy buena historia, Marcos. Enhorabuena.
    Un abrazo grande

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  15. Voraces hombrecillos. Contra ellos un texto como éste. Poco más podemos hacer desde nuestra humilde posición de escritores.

    Humilde posición y gozosa.

    Un abrazo Marcos

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  16. Gracias Ana y FranCo por sus comentarios. Cierto, Ana, terrible pero real.
    FranCo, poco podemos hacer pero moriremos con las botas puestas ¿verdad? Estoy de acuerdo con esa expresión: Humilde posición y gozosa.
    Abrazos a los dos.

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  17. Esta misma mañana he estado pensando que "los que nos manejan y quieren sembrar el pesimismo y el nihilismo", merecerían una lección en sus propias casas que les demostrara que, a pesar de sus trucos y de la orquestación de prensa y medios, no van a poder con nosotros.

    Por lo pronto Marcos ya nos ha descubierto de donde proceden, es cuestión de encontrar ese bosque y pillarles en su propia esencia.

    Estupenda metáfora, hay que seguir buscándolos.

    Un abrazo de Á.

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