Conecto la televisión y los anuncios navideños me bombardean con sus mensajes comerciales llenos de felicidad envasada en flamantes perfumes o en exquisito champán. Salgo a la calle y los escaparates se me echan encima con la luminosidad de sus decorados navideños; en la oficina me reciben mis compañeros con sus cabezas cubiertas por gorros rojos rematados por una borla blanca, les miro fijamente, ellos me devuelven la mirada, sus caras se convierten en sonrientes renos que vienen hacia mi; retrocedo asustado, mientras ellos me persiguen cantando villancicos y gritando al unísono un fum-fum-fum, insoportable.
Cuando van a tocarme me despierto y, desorientado, miro a mí alrededor; mi estantería repleta de libros está en su sitio, mis imitaciones baratas de Van Gogh, descansan –fieles- en las paredes; son las tres de la madrugada y he tenido una pesadilla.
Horas más tarde me levanto, preparo el desayuno, conecto la televisión y los anuncios navideños me bombardean con sus mensajes de felicidad envasada, salgo a la calle y los escaparates y las calles exhiben su asfixiante decoración navideña.
Es uno de diciembre, la pesadilla no ha hecho nada más que empezar.
Texto: Yolanda Nava Miguélez
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A la hora de desayunar lo mejor es beber de la taza y mirar por la ventana...
ResponderEliminarUf, uno de diciembre fum-fum
Besicos
"la pesadilla no ha hecho nada más que empezar" es lo que pensaba cuando se despierta el protagonista.
ResponderEliminarEnhorabuena, Yolanda.
La primera vez que oí Villancicos antes del 8 de enero me rechinaron en los oídos . ¿Pero ya? ¿Tan pronto?
ResponderEliminarSin quitar no poner sobre el agrado o rechazo de estas manifestaciones , las tácticas comerciales no nos dejan vivir los eventos a nuestro ritmo . Y eso si que puede ser una pesadilla.
Un saludo. Á.
Me ha gustado de tu texto, sobre todo el recurso de establecer un ciclo entre el principio y el final para desembocar en esa última frase que lo resume. Es lo que siento cuando me paro a querer disfrutar de las fiestas acudiendo al sentimiento. El consumismo debe ser un aderezo para estas fiestas, pero no un inmenso sol de Oro sobre el que giremos todos encandilados. Lo mejor: no encender la televisión.
ResponderEliminarAsí es y así nos lo has contado.
ResponderEliminarCada día es más deprimente y asfixiante esta imposición hacia el consumismo voraz y absurdo.
Me apunto a desayunar mirando al horizonte , viendo amanecer o la luz delsol alumbrando las nubes de invierno, cualquier cosa antes que la televisión.
ResponderEliminarBien descrito el consumismo que nos engulle.
Como siempre, Yolanda, excelente micro. Un abrazo.
ResponderEliminarCoincido con Miguel Ángel: me gusta mucho la estructura del texto.
ResponderEliminarUn abrazo
Me siento abrumada antes de que se inicie el periplo. Muy bien, Yolanda.
ResponderEliminarComparto lo de la pesadilla. A esperar que lleguen las luces diáfanas del mes de enero.
ResponderEliminarSaludos
Has descrito muy bien lo que yo sentí esta mañana cuando al salir de casa para ir a trabajar vi que mis vecinos ya habían colgado una corona navideña en la puerta.
ResponderEliminarAcabo de vivir esto hace unas horas.
ResponderEliminarJeje. Relato bucle con cabezadita por medio. El título machacón lo define. Pesadilla de todos los años. Me ha gustado " sus caras se convierten en sonrientes renos".
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