Tengo mis motivos para no pedirle nada al gordo barbudo.
Cada año en Nochebuena, mientras mamá ultima la cena, Papá Noel llega con su flamante saco cargado de regalos y me ayuda a abrir los paquetes en mi cuarto. Ese momento sería perfecto si no fuera por la manera en que debo darle las gracias; cuando hemos terminado de abrirlos todos, me sienta sobre sus rodillas y desliza su mano bajo mi falda hurgando con sus rechonchos dedos bajo mis bragas; dice que es nuestro secreto, que no tiene nada de malo, que todas las niñas buenas lo hacen para mostrarle su agradecimiento, pero a mí no me gusta.
Además odio su perfume. Es mareante. Huele como el del tío Miguel, el hermano de la abuela que nos visita cada año en estas fechas.
Así pues, queridos magos, os prefiero a vosotros que no os dejáis ver y llenáis los zapatos de juguetes sin pedir nada a cambio.
Texto: Yolanda Nava Miguélez
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El desparpajo de la niña le quita hierra al asunto, pero es tremendo y me revuelve las tripas. Un abrazo.
ResponderEliminarQuizás podamos cargarnos al tío Miguel, al fin y al cabo la niña ya se ha librado de Papá Noél.
ResponderEliminarYa se que ella no lo ha pedido expresamente pero... Navidad sólo es una vez al año y ¿os imagináis que el próximo año pueda visitarla un Papa Noel sin olor a vino y con las manos quietas?
¿Nos lo cargamos?
Es un texto muy bueno, ha causado estragos en mí, no tenéis más que verlo.
Muy bueno, Yolanda, un Papá Noel pederasta y, aunque no lo fuera, también prefiero a los Reyes Magos, que ellos son los de nuestra tradición y el gordo de rojo es una americanada importada.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Buen inicio de la otra Navidad, me revuelve las tripas este papá Noel.
ResponderEliminarA mí tb. me revuelve el estómago y algo más. Sin duda le metería el extremo del arbolito por algún sitio a ese papá Noel. ¡Un texto muy realista y muy bien logrado!!
ResponderEliminarMuy buen relato, Yolanda, escalofriante.
ResponderEliminarBuen inicio. Al pie de la letra. Lo que se pedía en esta convocatoria.
ResponderEliminarPoníamos como ejemplo un Papá Noel pederasta y así ha sido.
Bueno ahora toca uno de un cleptómano de renos con cuernos retorcidos...
No hay que tomárselo al pie de la letra...
¡Qué repelús! por decir algo. La carta no puede estar mejor escrita. Es de una niña que parece tener las cosas muy claras. Que las mantenga y no la fastidien más. Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarBesos Yolanda.
Gracias a todos por vuestros comentarios. No pretendí en ningún momentos seguir el ejemplo, simplemente surjió la idea y la aproveché. Abrazos.
ResponderEliminarEs un relato duro. Menos mal que aún confía en los reyes.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarA quién se e ocurre dejar a su niña en brazos de un gordo vestido de rojo?
ResponderEliminarEnhorabuena: has dado el pistoletazo de salida con fuerza!
También me quedo algo tranquila al leer que la niña no ha perdido un ápice de su desparpajo. Tal vez los Reyes le dejen como regalo al tio Miguel que lo aplaste un camión de la basura. Me ha gustado.
ResponderEliminarLoable que la protagonista siga confiando en los regalos.
ResponderEliminarUn relato que te hace tomar partido, y muy claro.
Saludos de adviento
pffsss las tripas se me encogieron...pobre¡¡¡¡ no se con quien quedararme...lois otros no serán iguales?.....
ResponderEliminarCruda navidad la que dibujas. Sin duda la antítesis de lo que debería ser la navidad... pero quizá no tan lejano cómo podemos creer.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Pese a la crudeza la niña no ha pedido su inocencia.
ResponderEliminarUn micro muy fuerte y que remaraca una realidad que lamentablemente existe!!
Felices Fiestas!!