Manuel ha recibido una carta de Ana desde México. Ha sonreído mientras intentaba abrir el correo electrónico como si se tratara de un sobre. No se acostumbra al frío de los emails, no sentir el tacto de la comunicación, el papel deslizándose sobre los dedos, el olor casi imperceptible de la persona que te escribe. Los emails le parecen pequeñas cubiteras que retienen las palabras de forma aséptica, como si éstas estuvieran envasadas al vacío. Ha abierto la carta y leído su contenido como si lo hubieran escrito con tinta de bolígrafo, lentamente la sonrisa ha ido huyendo de su rostro, difuminada casi por completo bajo coordenadas de melancolía y sal. Hacía años que no sabía nada de Ana y su pequeña bolsita de sueños-esmeralda, demasiados años, y ella aún le hablaba de aquel océano cansado y del viejo faro al que solía acudir cuando notaba el tirón de la ausencia. Al finalizar ha doblado la carta sobre la pantalla, cuatro dobleces de papel, dos de sobre y una en el corazón.
Texto: Inma Lía
Que triste me ha parecido tu texto Lía...
ResponderEliminarBesos desde el aire y Felices Días
Me gustan las "coordenadas de melancolía y sal" que lleva este texto y sobre todo la definición de los emails: esas "cubiteras que retienen las palabras como si estuvieran envasadas al vacío"
ResponderEliminarMe encantó, la verdad es que impacta la capacidad de absorción del texto. Es generoso y muy rico, afecta.
Buenas fiestas y un saludo
El ritual de las cartas tiene una magia que la pantalla se ha robado.
ResponderEliminarY los faros, otra aún mayor que crea adicción.
Besos
Melancolía y hermosura, todo junto. Algunas veces, con algunos mail, he sentido lo mismo, que era una carta de las de antes, de las de verdad la que estaba leyendo.
ResponderEliminarM;uy buen texto, melancólico, delicado.
ResponderEliminarEnhorabuena!