Es la hora señalada. Me paro, me fumo un cigarro mirando las nubes y cuando sé que llegaré tarde, vuelvo a andar.
Al acercarme a ti adivino tu cara de enfado. Cuando te digo hola me responde tu silencio. Cuando voy a darte un beso me das una bofetada. Sonrío, te das la vuelta y me dejas solo.
Jamás me canso de hacerte rabiar desde que descubrí que disfruto más con tus presentes tortazos que con tus pasados besos.
Texto: Carlos Diaz González
Que el prota se lo haga mirar, Carlos. Es que lo del masoquismo no lo entiendo.
ResponderEliminarHay gente pa tó!
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