17 diciembre, 2011

¡Lo que quería!

Abrió el regalo, miró a sus padres y puso cara de asombro. Soltó una carcajada perfecta, dejó el paquete en el suelo y salió corriendo por toda la casa gritando de ilusión: ¡lo que quería! ¡lo que quería!
Sus padres, orgullosos, dejaron que siguiera explotando su felicidad por cada rincón de la vivienda.
Él niño, por dentro, lloraba al saber que el sueño se había acabado la noche anterior, cuando por la rendija de su puerta, al oir ruidos, se enteró de todo y supo que no, que los reyes no son los padres como le habían dicho tantas veces en el patio del colegio. Que realmente son tres viejos vestidos de colorines y con olor a camello los que vienen desde muy lejos para llenar de alegría las casas. Ahora le tocaría disimular. ¿Hasta cuándo?
Qué chasco.
Texto: Carlos Díaz González
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6 comentarios:

  1. Este relato nos retuerce el poco cerebro que tenemos. Efectivamente, nos muestra que los reyes existen y todos los adultos somos los ilusos. Me ha gustado el esfuerzo del autor.

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  2. Genial Carlos. Ya era hora que alguien descubriera mi verdadero secreto. Sí, señor, que se enteren todos.

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  3. El mundo al revés. En cualquier caso, es el fin de una ilusión.
    Está muy bien esa mirada inversa

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  4. Sería bonito que volviéramos a recuperar esa mirada de niño inocente.

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  5. Muchas gracias por todas vuestras opiniones y reflexiones.

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  6. Difícil también ser niño. Me gustó como has dado la vuelta a esta manera de ver la Navidad.

    Besitos

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