Nos sentamos. Un saludo inicial, protocolario, más distante y frío de los que acostumbramos, dió paso a nuestro juego.
Te tocó mover primero: Las Blancas cayeron de tu lado y las Negras del mío. Te decantaste por una apertura de centro, y esos movimientos de imitación ya escritos siguiendo el guión de los maestros, nos llevaron a las posiciones igualadas y previsibles del gioco piano de la defensa italiana. No podía ser de otra manera porque antes, mucho antes de empezar a jugar, sabíamos que no podíamos hacernos daño.
Sin embargo, algunas de mis intenciones avivaron tu curiosidad dormida, y te acercaste titubeante hasta el umbral de mi puerta, que encontraste entreabierta, pero
el miedo a entrar del todo y verla cerrar a tus espaldas, te hacía esperar, quieta, escrutando el interior oscuro de mi estancia ancha, balanceando tu cuerpo en el filo de un escalón, sin atreverte a dar el paso decisivo que te hiciera caer y rodar, engullida por tus propios impulsos.
el miedo a entrar del todo y verla cerrar a tus espaldas, te hacía esperar, quieta, escrutando el interior oscuro de mi estancia ancha, balanceando tu cuerpo en el filo de un escalón, sin atreverte a dar el paso decisivo que te hiciera caer y rodar, engullida por tus propios impulsos.
Volviste entonces sobre tus pasos y me enseñaste tu camino, esperándome, mirando de reojo, preguntándome con tu mirada hasta donde sería yo capaz de seguirte; y tras de ti fui, decidido a ganar la partida. Detuviste tu huída y, desafiantes, tus ojos encontraron los míos, esquivos, tan llenos de anhelos escondidos con ansias de salir. Sacrificamos piezas clave en luchas que, con intención premeditada, hicimos que fueran vanas y finalmente me detuve a dos pasos de ti, sabiendo que las reglas del juego no permitían que nos acercáramos más.
Hicimos tablas. No podía ser de otra manera.
Hicimos tablas. No podía ser de otra manera.
Texto: Miguel A. Brito
Fotografía: Tablas (Miguel A. Brito)
Narración: La Voz Silenciosa
Fotografía: Tablas (Miguel A. Brito)
Narración: La Voz Silenciosa
Buen texto, Miguel Ángel. Cuántas veces la vida es lo que cuentas? Quizá la mayoría.
ResponderEliminarEl arte del buen escritor es hacer que el lector se sienta protagonista de las historias. Gracias por regalarnos esta joya.
ResponderEliminarMe gusta tu relato, es como una prosa de versos.
ResponderEliminarSi realmente asi es,, jugamos hasta donde podemos..
Un saludo cordial
El juego de la vida, mover piezas, enfrentarnos a encrucijadas, decidir, a ser posible, como escribir nuestra historia. Buen relato, Miguel, me ha gustado mucho.
ResponderEliminarQue decepción Miguel Ángel, ¡¡ Había que matar¡¡¡ A por todas, aunque en ocasiones ya sabes aquello del esquilador que sale esquilado. Pero la adrenalina de ganar, de disfrutar, de gozar, de encontrar... y el miedo a perderlo todo. Pero hay que intentarlo.
ResponderEliminar¿Unas tablas? No es mal negocio. Pero de mediocres.
Buen texto, emocionante. Pero en tu siguiente partida a ganar, no te olvides.
Me gusta mucho el texto. Pero también huiera ido a por todas, como lo ha descrito Francisco.
ResponderEliminarA pesar de ello, a veces es así y hay que conceder tablas.
Besos querido.
El enfrentamiento frío del juego, el doble fondo, la jugada equidistante,las tablas... Me ha encantado. Como siempre disfruto con tus textos.
ResponderEliminarDos adversarios equilibrados en sus fuerzas, se tantean y dejan pasar la oportunidad de asestar el golpe de gracia porque ninguno se sabe superior al otro.
ResponderEliminarMe ha encantado la progresión del texto, que nos va llevando hasta donde quiere que estemos, como un buen jugador de ajedrez.
Excelente
Gracias amigos. Me alegra que mi texto haya llegado a vosotros tal como lo sentía:
ResponderEliminarAmando: Cuánta razón llevas.
Inma: me alegra haber escrito para ti y que lo hayas sentido. Es lo mejor que puede escuchar el que escribe para que lo lean.
Aniagua: A veces no se puede jugar más allá de lo que las reglas nos permiten.
Isabel: El ajedrez se parece mucho a la filosofía de la vida. Es un tópico pero es muy cierto.
FranCo: Lamento haberte decepcionado. De todas formas me conoces y sabes que siempre juego a ganar, pero en ocasiones, cuando miras alrededor y encuentras consecuencias en tus decisiones más allá de las satisfacciones personales de la victoria, por el bien de todos, es mejor sacar tablas. Como dices, no es mal negocio.
Isolda: A veces tablas mejor que perder aunque hayas ganado. Un beso fuerte para ti también
Dácil: Me has leído muy bien, por capas. Me alegro sobre todo oír que disfrutas de mis textos. Seguiré escribiendo para ti.
El ajedrez es como la vida.Según muevas las piezas, te cambia el destino. Me encanta. Felicidades.
ResponderEliminarMuchas gracias Elsa. Piezas, tablero, jugadas,... Todos tenemos las piezas y sabemos jugar. Lo difícil es hacerlo bien.
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