10 marzo, 2012
Ella
Cuando se ve acorralada sufre un ataque y arremete contra quien se atreve a cruzar el suelo recién fregado. Desde su garito observa a quienes entran y salen, controla cada movimiento. Pasa y repasa la escoba aunque el piso esté como los chorros del oro; barriendo para sí el beneficio; su casa mientras sin barrer. Disculpa sus fallos acumulando favores, si las cosas le van bien no se pronuncia.
Habla tímidamente, con fingida humildad y muy flojito. Usa argucias para enterarse de lo que sucede. No tiene opinión pero cuenta comidillas calificando los hechos sin ninguna reserva y con exagerada contundencia. Es desconsiderada sin dar lugar a la duda y sus verdades son como "templos".
En la entrada hay un espejo de estilo art-nouveau. Si se mira lo hace de reojo para que no se le escape quién pasa sin ningún disimulo.
No usa cofia, ni delantal, tampoco se arrodilla para fregar. Aún sigue habiendo porteras y no siempre están en los portales de los edificios.
Texto: Carmen Martínez Marín
Narración: La Voz Silenciosa
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¡Buenos días de un sábado soleado!
ResponderEliminarEs un placer volver a girar en La Esfera...
Gracias, muchas gracias..
Besicos
La profesión de portera se lleva dentro. Yo tuve una vecina cotilla que vivía en el bajo. En casa la llamábamos precisamente "la portera". Se enteraba de todo.
ResponderEliminarUn saludo.
LasPorteras de las antiguas casas, eran como la Gaceta del barrio, tenían una habilidad para enterarse de todo lo que ocurría en la vecindad, así al menos nos la han retratado en Películas y Libros.
ResponderEliminarEn mi casa tubimos un Portero nop interno, tenía su jornada de trabajo y se iba a dormir a su casa.
Pero si le preguntabamos sabía la vida y milagro de todo el barrio.
Cuando se jubiló, no cubrimos el puesto.
Saludos, manolo
Ja, conozco a much@s poter@s sin portería...Es una especie abundante, no tienen vida, solo viven a través de los demás...
ResponderEliminarBesos desde el aire
Nos dibujas, con maestría, a alguien que todos hemos conocido, Cabopá.
ResponderEliminarUn abrazo,
Yo conozco a una...y qué decir...la has descrito a la perfección.
ResponderEliminarSaludos.
Muy bien descrita, todos hemos conocido a gente así, incluso que no viven en las porterías.
ResponderEliminarBesos, Carmen
La describes a la perfección, y me encanta ese final en el que cada uno puede reconocer a "Ella" en cualquier lugar de sus vivencias.
ResponderEliminarUn besote.
Conocí a una que era trabajadora hasta decir basta, tenía muy malas pulgas y un ojo avizor al que no se le escapaba nada de cuanto ocurría en el portal. En el fondo era todo ternura y del bolsillo de su bata sacaba unos ricos caramelos que a los más pequeños regalaba con una sonrisa.
ResponderEliminarBesos dulces
Pues sí, haberlas las hay. En mi pueblo todavía abundan mucho. El caso es que van perdiendo fuerza, porque a la gente le importa cada vez menos lo que opinen los demás. Me ha gustado mucho este retrato verosímil, irónico y ácido de la portera (aunque ya no están en las porterías). Escribes como los ángeles. Un beso.
ResponderEliminarPD. Espero que te atreves con las narices.
Buen texto, Carmen. Me gusta tu estilo fresco, que entra fácil, como si te estuviera escuchando.
ResponderEliminarCabopá, gran relato, redondo añado.
ResponderEliminarHas conseguido transportarme a mi niñez y cuando paseaba por Valencia y veía a esas porteras que ahora ya no quedan.
Defines muy bien un bonito oficio.
¡Enhorabuena!
Bessets.
Yo en el insti conocí a una chica que se notaba que iba para portera. No hacía otra cosa que controlar a los demás. Ahora creo que trabaja para algún gobierno. Me equivoqué. O no. Me encantó tu principio, Maricarmen, es tan real...
ResponderEliminarUn abrazo.
Felicidades por dibujar con precisión en forma de relato tamaño personaje en vías de extinción.Tenemos presentadores y colaboradores televisivos con alma de porteras cutre, (en programas de máxima audiencia);quedan reliquias en todas las clases sociales, aún en aquellas que tienen quien les limpie.
ResponderEliminarYo prefiero imaginarme una portera como Renée, la protagonista de la novela "La elegancia del erizo",de la francesa Muriel Barbery;que dignifica su oficio, culta,trabajadora, honesta, con un mundo propio muy rico.Hoy podríamos encontrarnos con muchas así, que incluso preparan una oposición en los ratos libres.
¡Ay mi Cabopá!
ResponderEliminar"Qué bonica, que va pa escritoraaa"
Un abrazo fuerte amiga, desde mi Librillo.
Me encantó el relato, los comentarios son muy buenos sobre todo el de Isabel que me hace escribir. Es que la portera Renée y la chica del xº son personajes inovildables.
ResponderEliminarEnhorabuena Carmen.
Me encanta, he conocido unos cuant@s así, no necesitan portería ya se bastan sin ella.
ResponderEliminarBesitos
Porteras y porteros sigue habiendo y los habrá siempre, porque existen seres que se cumplen en la observación y crítica de la vida ajena, sin atender la propia.
ResponderEliminarBesicos.
Buena acuarela
ResponderEliminarHablan en estos comentarios de una especie en extinción. Perdonadme que difiera. Es una especie que nunca desaparecerá. Vivir las vidas de los demás es el deporte nacional. El deporte amateur. El deporte de los pobres de espíritu.
ResponderEliminarGracias por traernos este texto. Da para mucho. Es muy literario y cinematográfico.
Puede ser una opción para nuevas convocatorias en La Esfera. Lo apuntamos.
Haberlas haylas, y haberlos haylos, también.
ResponderEliminarMuy bueno tu relato, primero lo he leído y luego lo he escuchado, que las cosas que están bien hechas hay que disfrutarlas, como mínimo, dos veces :)
Un abrazote Carmen
Gracias a todos los que por aquí habéis venido, todos buenos amigos...
ResponderEliminarGracias a La Esfera por hacernos girar en su órbita
Y gracias a La Voz Silenciosa por su magnifica declamación de las palabras escritas y, por la música de fondo
A todos como siempre BESICOS